Ésta es una de las conclusiones a la que han llegado científicos de la Universidad de Granada, el Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (centro mixto CSIC-UGR) y la Universidad de Nancy (Francia), publicado ayer en la revista Langmuir, que edita la Sociedad Americana de Química (EE. UU).
Según explican los investigadores, las perlas se forman a partir de un núcleo implantado sobre el que se depositan progresivamente capas de nácar.
En este trabajo, sus autores proponen que la esfericidad depende de la capacidad que tienen las perlas de rotar durante su crecimiento dentro de la ostra.
“Cuando los frentes de crecimiento del nácar de una perla están alineados siguiendo meridianos desde un polo a otro, la posterior agregación de partículas provoca una rotación permanentemente alrededor de un sólo eje.
De este modo, se obtienen las llamadas ‘drop pearls’, explica el profesor Antonio Checa González, del departamento de Estratigrafía y Paleontología de la Universidad de Granada y uno de los autores de este artículo. Por el contrario, si la distribución de frentes de crecimiento es aleatoria, las perlas desarrollan formas esféricas, posiblemente debido a rotación alrededor de varios ejes, o barrocas, en que no existe rotación.