La francesa Marion Bartoli, nueva campeona de Wimbledon a los 28 años, cultiva un estilo de tenis poco ortodoxo que ha heredado de una de sus referencias deportivas, la exnúmero uno del mundo Monica Seles, que utilizaba ambas manos para golpear con rabia, tanto de revés como de derecha.
Con su juego intenso y agresivo, la francesa ha conquistado su primer Grand Slam al segundo intento, tras seis años en los que ha acumulado experiencia para regresar con garantías al mismo escenario en el que la estadounidense Venus Williams le derrotó en la final de 2007.
La francesa ha tenido la fortuna de no encontrarse con ninguna de las diez primeras tenistas del ránking en su camino hacia la gloria en Londres y ha firmado un torneo casi perfecto, en el que no ha cedido un solo set.
Marion es hija de Walter Bartoli, un médico amante del ajedrez que introdujo a su hija en el mundo del tenis a los seis años y se retiró de su profesión cuando la joven ganó en 2001 el Abierto de Estados Unidos júnior.
Su madre, Sophie, es una enfermera aficionada al canto que sufre demasiados nervios como para ir a verla jugar a las pistas, mientras que su hermano, Franck, es un apasionado del fútbol que se hizo soldado del Ejército francés.
En una familia en la que todos sus miembros jugaban al tenis, al menos como aficionados, Marion dedicó desde niña gran parte de su tiempo al deporte y estudió la secundaria a través del Centro Nacional de Educación a Distancia (CNED) francés.
La campeona de Wimbledon este año, aficionada a la pintura y seguidora del equipo de fútbol del Olympique de Marsella, tiene dos gatos y cita «Gladiator» y «A Beautiful Mind» como sus películas favoritas.
La jugadora está a las órdenes del equipo técnico de la federación de tenis francesa (FFT) y entrena habitualmente con el exjugador monegasco Thomas Drouet.
Bartoli nunca ha escondido su admiración por el estadounidense Pete Sampras, con quien intercambió algunos golpes sobre una pista en 2012, en Stanford (Estados Unidos), así como por el juego de la antigua tenista serbia, nacionalizada estadounidense, Monica Seles.
Desde que se hizo profesional, hace trece años, Bartoli ha ganado 387 partidos y ha perdido en 261, una trayectoria que le ha llevado a embolsarse 8,5 millones de dólares hasta ahora (unos 6,54 millones de euros), una cantidad a la que sumó hoy los 1,6 millones de libras que otorga Wimbledon a la ganadora (1,8 millones de euros).
Bartoli marcó en enero de 2012 su mejor posición en el ránking de la WTA, cuando acabó el mes en séptima posición, y desde entonces ha descendido ocho puestos.
En 2001 debutó en un Grand Slam al lograr clasificarse para Roland Garros, donde cayó en primera ronda, y ese mismo año se apuntó sus tres primeros títulos individuales.
Estuvo por vez primera entre las cien mejores del mundo en 2003, una temporada en la que alcanzó la segunda ronda de Roland Garros, pocos meses después de disputar el tercer partido del Abierto de Estados Unidos.
Bartoli superó la frontera de las veinte primeras jugadoras del ránking en 2006, un año en el que ganó los tres primeros títulos de la WTA: Auckland, Tokio y Quebec.
El mejor año de su carrera hasta esta temporada estaba por llegar: fue en 2007, cuando superó en Londres a jugadoras como la belga Justine Henin, en semifinales, y la holandesa Michaëlla Krajicek, en cuartos, para alcanzar la final de Wimbledon.
En aquella ocasión, la mayor de las hermanas Williams, Venus, acabó con su aventura en el All Enland Club para apuntarse el cuarto de los cinco trofeos de Wimbledon que atesora en su palmarés.
La francesa no volvió a pisar una de las últimas rondas de un gran torneo hasta 2011, en la tierra de París, cuando la italiana Francesca Schiavone frenó su avance en las semifinales (6-3 y 6-3). EFE