El Barcelona prolongó su hegemonía con una exhibición de Xavi y Leo Messi, para vencer al Real Madrid por primera vez en la historia en dos ocasiones seguidas en el Santiago Bernabéu (0-2), recuperar el liderato y acariciar el título, gracias a un modelo de juego ante el fútbol a impulsos que sentencia a Manuel Pellegrini.
El mundo sigue en manos del Barcelona. Camina firme para repetir la exhibición de títulos. Su temporada adquirió una nueva dimensión en el Bernabéu. Asestando un golpe demoledor sobre su eterno rival, para dejar al borde del precipicio el proyecto multimillonario de Florentino Pérez. Un modelo de juego puede a un conjunto de estrellas.
El Real Madrid ha fallado en los momentos decisivos de la temporada. Tras Alcorcón, en la Copa del Rey, y Lyon, en la Liga de Campeones, volvió a sucumbir frente al Barcelona. Con Kaká en las gradas. Un año de lucha en Liga la tiró por tierra en un encuentro que acabó impotente ante la superioridad de su gran rival.
‘LA PULGA’ APLASTÓ A CR9
El partido del año dejaba duelos individuales atractivos en cada demarcación. Por encima de todos el de los mejores jugadores del mundo. Lio Messi contra Cristiano Ronaldo. La magia del argentino contra la ansiedad del portugués. La paciencia por encontrar su momento y encontrar el premio, ante la búsqueda desesperada de méritos para arrebatar protagonismo. En la batalla de reyes, Messi salió airoso del duelo contra Cristiano Ronaldo, prolongó la hegemonía que ha establecido en los últimos tiempos y salió respondón al envite particular que el fútbol ha establecido entre los dos futbolistas más relevantes del momento.
El sudamericano, acaparador de reconocimientos en el último curso, tomó el Bernabeu también. Y aplacó la furia del luso, aún con cuentas pendientes, con aspectos que demostrar, de hacer estallar el sinfín de cualidades que atesora.
La magia de Messi superó la furia de su contrincante. Empezó resguardado el argentino. Escondido entre líneas, aguardando su oportunidad, mientras Cristiano hacía ruido con carreras interminables e infructuosas.
Pep Guardiola, estudioso y prudente valoró en exceso al luso. Estableció una doble guardia. Con Dani Alves en el centro del campo y Carles Puyol en el lateral. Sin embargo, fue con Gerard Piqué con el que Ronaldo se topó en varias ocasiones.
No vio alternativa alguna Cristiano Ronaldo. Desasistido de acciones que le acomodaran ante Víctor Valdés, no fue capaz de dejar a un lado la ansiedad que le persigue ante la irrupción primero y consolidación después, del nuevo orden en el fútbol mundial.
Messi, sin embargo, tiró de talento. Agazapado, como inadvertido, contempló impasible la explosión blanca, desordenada, del inicio. Ante el barroco excesivo de Ronaldo durante todo el partido, el argentino recurrió al talento y a la eficacia. Messi aún tiene cosas por terminar. La Liga de cara y también la Champions League, Argentina, su último gran desafío, debe esperar. EFE