«La democracia es participación y, si no hay participación, se va asfixiando y desmoronando. Hay que defender la idea de que, si queremos que la política sea decente, hay que llevar a la gente decente a hacer política y no dejar que esté en manos de los pícaros», declaró a Efe en una charla con periodistas en Sofía.
«Creo que esa falta de participación y esa aptitud cínica frente a la política puede destruir las democracias desde dentro. Creo que esa es hoy día la amenaza mayor que tienen las democracias europeas, incluso las de América Latina», comentó el Nobel de Literatura.
El autor de «La ciudad y los perros» recibió hoy el título de doctor honoris causa por la Universidad de Sofía, la más antigua y prestigiosa de Bulgaria.
Según el novelista, hay mucho desdén y mucho desprecio hacia la política en general, y esa actividad se percibe como algo sucio y corrupto, de lo que hay que apartarse.
En este contexto, el escritor hispano-peruano se refirió al papel de los intelectuales en la política y la desconfianza de la gente hacia ellos, porque «los intelectuales se han equivocado tantas veces».
«Los intelectuales tienen la obligación de participar en la vida cívica y pueden aportar, en una sociedad democrática, que el lenguaje político sea creíble, que sea creativo y no de clichés. Hacer que el lenguaje político sea auténtico y que sirva para difundir verdades y no mentiras», aconsejó.
Otro de las aportaciones puede ser, a su juicio, que la política no sea solamente gestión de lo existente, sino también creación, propuestas creativas y realistas, lo que requiere de su imaginación y fantasía.
Además, los intelectuales deberían estar en la vanguardia de la defensa de la libertad, un elemento fundamental para que haya una vida intelectual realmente creativa.
«La literatura sin libertad se asfixia. Entonces, la defensa de ciertos valores, como la libertad, debería tener a los intelectuales en primera fila», reflexionó.
Y añadió que, en momentos de crisis, hace faltan ideas, perspectiva, racionalidad, campos en los que los intelectuales pueden aportar algo.
Preguntado sobre la génesis de la crisis, el creador de «Pantaleón y las visitadoras» opinó que se han combinado la irresponsabilidad de unas actitudes muy poco realistas y una visión fantasiosa que llevó a muchos países a vivir por encima de sus medios y a endeudarse.
«Ha habido, por parte de los bancos, una actitud sumamente insensata guiada por el afán de lucro inmediato, que ha hecho sacrificar el futuro en nombre de un presente que era muy frágil», destacó Vargas Llosa.
El escritor pidió aprovechar la crisis para hacer una autocrítica muy profunda de la irresponsabilidad con la que se han manejado las finanzas públicas y privadas en los últimos años, «de tal manera que no se vuelva repetir una desgracia parecida».
Vargas Llosa describió la idea en su ensayo «La civilización del espectáculo»: la cultura no puede ser solamente un espectáculo y una distracción, una tendencia muy peligrosa, porque, indicó, además de divertir, debe exigir un esfuerzo intelectual y no puede ser lo mismo que un circo o un musical.
«Porque, si es eso, la cultura va a dejar de tener ciertas virtudes que creo que son la gran contribución al progreso humano, al mantener unas ciertas tablas de valores entre lo que es o no es importante, lo que es bueno y es malo, lo que es feo y lo que es bello», destacó.
Y advirtió que, si esas distinciones se pierden, la cultura va desapareciendo, aunque hayas cosas que parecen cultura, lo que traerá un gran empobrecimiento social, político y moral.
Por eso, según el escritor, hay que devolver a la cultura la seriedad y la responsabilidad y sacarla de esta función de puro entretenimiento. EFE