La tendencia de las famosas reconvertidas a diseñadoras es cíclica, propia de una industria donde lo superficial es éxito seguro, pero figuras como la inclasificable Victoria Beckham ha convencido a los escépticos de que es posible ser, a la vez, “celebrity” y respetable creadora.
Expertos, y no tan expertos, levantaron la ceja cuando hace años la exSpice Girl anuncio la creación de su propia marca (2009). Donde otros vieron oportunismo, ella puso empeño, subió sus diseños a la pasarela de Nueva York temporada tras temporada y esta semana ha inaugurado su propia tienda “online”.
Por si fuera poco, Victoria ha ido ganando con su trabajo el reconocimiento de sus compañeros, llegando a conseguir en 2011 el premio a la mejor marca del año en los British Fashion Awards, imponiéndose a los nada desdeñables Burberry y Tom Ford.
Pero la excantante no es la única figura de la farándula que ha conseguido que las tomen en serio en la industria de la moda. Las gemelas Mary-Kate y Ashley Olsen, otrora actrices y fenómeno juvenil, son las artífices de una firma de lujo, The Row, con puntos de venta en todo el mundo, incluidos los exclusivos Barneys de Nueva York.
L’wren Scott es otra de los insignes casos de este apartado y una de las gratas sorpresas de las últimas temporadas. Reconocida estilista y exmodelo afincada en Hollywood, el gran público solo conocía a esta escultural diseñadora como la pareja de Mick Jagger.
Pero Scott se decidió y se metió a diseñadora en 2008 con una alabada primera colección, titulada “Little Black Dress” (2008), cuya buena acogida le hizo lanzar un marca que ha desfilado en pasarelas de Nueva York, París y Londres, y ha cautivado a Beyonce, Sarah Jessica Parker, Michelle Obama o Nicole Kidman.
Las Muzungu Sisters cierran una larga lista de casos en los que es difícil saber si la asiduidad con que estos personajes en la prensa del corazón afecta de un modo u otro a las ventas de sus prendas; lo que no se puede negar a ninguno de estos proyectos es su exitosa continuidad, todo un logro en una industria acostumbrada a lo efímero. EFE