5 mar (EFE).- El primer ministro chino, Wen Jiabao, pronunció hoy su último discurso como jefe de Gobierno, en el que fijó un objetivo de crecimiento del 7,5 por ciento para 2013 y se despidió del poder asegurando que China «tiene ante sí un porvenir de una brillantez sin precedentes».
En una intervención de 100 minutos ante la Asamblea Nacional Popular (ANP, Legislativo), en la que repasó los logros de cinco años de Gobierno y estableció los objetivos para 2013, el primer ministro saliente también previó una inflación de no más del 3,5 por ciento este año y la creación de 9 millones de puestos de trabajo.
La meta de crecimiento -que suele superarse en algunas décimas- es la misma establecida en 2012, cuando el PIB chino aumentó un 7,8 por ciento.
Es una cifra más prudente que el 8 por ciento de años anteriores, al considerarse que las «embestidas de la crisis mundial», como las definió Wen, seguirán afectando a China.
Ante 2.900 miembros de la ANP, en la inauguración del plenario legislativo anual que la semana que viene confirmará a Xi Jinping como nuevo presidente chino y a Li Keqiang como sucesor de Wen, éste último abogó por una «gran revitalización de la nación china» y sugirió que el país «se entregue en cuerpo y alma al desarrollo».
La lucha contra la corrupción fue uno de los temas más destacados en el discurso, donde Wen subrayó que el régimen debe «combatir la ostentación y el despilfarro», así como «deshacerse del formalismo y la burocratización».
Wen, acusado el pasado año por el diario «The New York Times» de haber amasado una gran fortuna junto a su familia, reconoció una «elevada incidencia de la corrupción en ciertos terrenos», y también aludió a los problemas medioambientales, en un momento en el que la polución en ciudades como Pekín preocupa a la ciudadanía.
«Hay una agudización creciente del desequilibrio entre el desarrollo económico y los recursos y el medio ambiente», señaló Wen en una alocución en la que prometió que China mantendría un «desarrollo pacífico» pero también animó a la construcción de «un Ejército poderoso».
A modo de despedida al frente del Ejecutivo, Wen repasó el último lustro (correspondiente a la décimoprimera legislatura recién finalizada), en el que destacó logros como los JJOO de Pekín, la Expo Universal de Shanghái, el primer portaaviones de China (el «Liaoning») o el desarrollo de los trenes de alta velocidad.
En ese periodo, China ha pasado del tercer al segundo lugar en el «ranking» de economías mundiales, superando a Japón, con un PIB de 8,3 billones de dólares el pasado año frente a los 4,2 billones de 2008.
Unos logros que no esconden, reconoció, «contradicciones y problemas», como los mencionados de la corrupción o la degradación medioambiental, además de «disparidades notables entre el desarrollo de la ciudad y el del campo».
La apertura de la sesión anual, en el Gran Palacio del Pueblo, corrió por primera vez a cargo de Zhang Dejiang, llamado a sustituir a Wu Bangguo al frente del Poder Legislativo chino, en el gran relevo gubernamental de la próxima semana.
Desde hoy y hasta el 17 de marzo, los 2.987 delegados que representan a la treintena de divisiones administrativos y a las 56 etnias del país (algunos acudieron hoy vestidos con trajes tradicionales) debatirán las políticas nacionales para este año y la composición del nuevo Gobierno.
Con Xi Jinping y Li Keqiang como seguros sucesores al frente del Estado y el Gobierno, las mayores incógnitas están en saber quién será nuevo vicepresidente del país para relevar a Xi en ese cargo, así como los nuevos viceprimeros ministros, consejeros de Estado, ministros, jefes del Tribunal Supremo y de la Fiscalía General. EFE