La cita en las urnas fue también un encuentro con los sabores de la tierra, por el enjambre de vendedores con ofertas que hacen rugir el estómago.
Los negocios afloraron cerca de los recintos electorales, donde las filas se dieron tanto junto a las mesas de votaciones como en algunos lugares de comida y de plastificado de certificados de votación.
En el ambiente, además del clima electoral, se sentía el aroma de manjares de la tierra, todo ante la atenta mirada de policías y militares desplazados a los distintos centros de votación.
Como ya es costumbre en este tipo de jornadas, un ejército de vendedores ambulantes se tomó las calles aledañas a los recintos electorales, con diversas ofertas culinarias. La tónica fue similar en los diferentes recintos de la capital, que se repitió en todo el país.
La aglomeración de gente congestionó las calles y creó caos en el tráfico en varios sectores de Quito, lo que fue aprovechado por los informales para ofrecer a los conductores detenidos en el atasco desde refrescos hasta bisutería.
En las esquinas de los recintos electorales, estratégicamente ubicadas, pequeñas mesas plastificaban el certificado de votación que reciben los electores tras ejercer el voto y que es un documento requerido para realizar varios trámites.
Este fue el caso de Fausto Tipaz de 39 años quien junto a su familia ganó algunos dólares al emplastificar cerca de 500 certificados. Estuvo desde las primeras horas del día para colocar las máquinas que tardaron 35 segundos en sellar en plástico el muy necesario documento.
El propio mandatario, Rafael Correa, quien ganó la reelección, después de votar la mañana de ayer y rodeado de decenas de cámaras y de simpatizantes, emplastificó su documentos a la salida de un colegio del norte de la capital.