El Ballet Nacional de Ecuador presentó la obra de danza ‘Tatuajes’, una muestra de las identidades que conforman nuestra cultura mestiza.
¿Qué significa tener identidad? Es una pregunta que ronda en todos los seres humanos que tratamos de construir nuestro propio espacio, nuestra forma de expresarnos y de vivir.
Esa incesante búsqueda es reflejada por esta obra, donde se evidencian los tatuajes, esas marcas que se han impregnado en nuestra forma de ser.
En un país como el nuestro, lleno de mestizaje y diversidad cultural, se ha conformado un espectro muy amplio en el que coexiste música emblemática como el Pasillo, el Sanjuanito o el Yaraví. Con estas raíces musicales, las figuras que crean los bailarines con sus cuerpos y una impecable puesta en escena, se crean atmósferas en las que cada espectador revive momentos mágicos de su propia historia. Son estos momentos que nos han ido moldeando nuestra cosmovisión.
Sin duda, el ser humano está lleno de conflictos, ya que su necesidad de comunicarse, informar sus vivencias y construir su identidad, contrasta con el discurso del orden, que cierra el pensamiento. Pero el espacio de la danza esta destinado a liberar el alma. No es posible dejar fuera la forma de expresarse, el ritmo, el tránsito de las emociones de un espacio a otro.
Por ejemplo un pasillo con sus dulces y cadenciosos acordes, nos transportan a un ambiente lleno de romance y melancolía; mientras que en otro momento, tambores y zampoñas marcan un ritmo que evoca la fuerza y la belleza de los paisajes andinos.
En esta obra reluce un estilo contemporáneo, que implica una exploración de la fuerza expresiva del ser humano, así como la exigencia en el manejo de la técnica, muchos movimientos abstractos que no corresponden a significados literales, limitados; sino más bien que dan la apertura al espectador de crear su propia lectura.
Es por ello que la obra valora una nueva forma de interacción entre el artista y el espectador, que rompa con la típica forma de concebir las obras de danza.
La obra, dirigida por Pepe Hevia, es una amalgama de timbres, textos y acordes históricos, marcados en la dinámica social que nos identifica y queda como lectura de nuestra vida. Es, en resumen, otra forma de conocernos a nosotros mismos.