El alimento de los artistas es el aplauso de sus seguidores, pero esto no quiere decir que ellos no necesitan pagar cuentas o alimentarse. La vida de un cantante, actor o actriz, bailarín o bailarina no es fácil. El sacrificio que ellos realizan día a día, dejando su sudor en largos repasos o entregando su alma en los escenarios debería ser mejor remunerado.
Existen premios en nuestro país que reconocen su valía pero que no entregan ni un centavo para sus necesidades. Es tiempo de cambiar nuestra forma de pensar y entender que los representantes del arte, son personas comúnes y corrientes que tienen hijos y familia a quienes mantener. Comprar discos y asistir a sus funciones son formas de valorar sus horas de inspiración. Apaguemos la televisión y salgamos a enriquecernos con sus momentos de luz.