Las redes sociales están repletas de tarjetas virtuales de buenos deseos y pedidos al año que empieza, lo cual ya está trillado. Los discursos se repiten una y otra vez, año a año, pero no pasan de ser eso, un simple discurso.
Las personas esperan que los días que se vengan sean venturosos, así con los brazos cruzados. El cambio de año más bien debería representar las oportunidades que estamos dispuestos a tomar, las decisiones que no hemos tomado y los caminos que quizá por miedo nos hemos negado a seguir.
En la palabrería sin acción no sirve de nada, si queremos que nuestros seres queridos estén mejor, quizá valdría ofrecer nuestro apoyo para que esto suceda. Quizá valdría que dejemos los discursos y seamos actores de nuestras propias venturas.