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13 nov (EFE).- En ausencia del español Rafael Nadal, lesionado, los otros dos tenistas que han dominado el circuito durante los últimos tiempos, el serbio Novak Djokovic y el suizo Roger Federer, volvieron a demostrar en la Copa de Maestros su hegemonía.

Sobre la superficie sintética del O2 Arena londinense, el de Belgrado decantó el torneo a su favor exhibiendo una mentalidad casi tan férrea como su golpe de derecha, pero frente a él tuvo a un Federer que le puso contra las cuerdas en diversos tramos de la final, el encuentro más denso y disputado del Masters 2012.

Tras ellos, el británico Andy Murray, número tres del mundo, cayó en semifinales al término de un año en el que ha firmado sus mayores éxitos hasta ahora.

El escocés pasó en julio por vez primera a una final de Wimbledon, después de tres semifinales frustradas, se colgó el oro olímpico ante su público poco después, en el mismo All England Club, y demostró por qué es uno de los cuatro mejores tenistas del mundo al conquistar su primer gran torneo, en Estados Unidos.

Al otro lado del abismo que separa a los cuatro primeros del resto de tenistas de la ATP se ubicó una vez más el español David Ferrer y, quizás más cerca que nunca, el argentino Juan Martín del Potro.

El alicantino llegó a Londres un día después de ganar su primer Másters 1.000, en París Bercy, con la confianza al máximo pero desgastado al término de una temporada agotadora a la que aún le queda la final de la Copa Davis en la República Checa, a partir del próximo viernes.

Ferrer podría haberse presentado en Praga como número cuatro del mundo si hubiera alcanzado la final de la Copa de Maestros, pero su eliminación en la «robin round» mantiene a Nadal, fuera de las pistas por problemas en su rodilla izquierda desde este verano, en cuarto lugar.

La diferencia entre ellos es sin embargo mínima, cerca de 400 puntos en el ránking de la ATP, una distancia que el de Jávea hubiera salvado ganando un partido más.

El español se impuso a Del Potro en tres sets, en un ejercicio de resistencia, al serbio Janko Tipsarevic con claridad y solo claudicó ante Federer, pero la aritmética clasificó al argentino antes que a él para las semifinales.

En el año más excepcional que ha firmado el de Tandil desde que su carrera estallara en 2009, cuando ganó el Abierto de Estados Unidos, el argentino no podía más que reivindicarse en el torneo que reúne a final de curso a los ocho mejores tenistas del momento.

Batió a Federer por segunda ocasión consecutiva en pista cubierta, un logro que nadie firmaba desde hacía más de una década, pero no pudo sobreponerse a un Djokovic que venía dispuesto pelear por el título.

Fue en la categoría de dobles donde los españoles se llevaron la mayor alegría del torneo, al ver cómo Marcel Granollers y Marc López levantaban un título que desde Juan Gisbert y Manuel Orantes, en 1975, no caía en un dúo de España.

Los dos jugadores de Barcelona, integrantes del equipo de la Davis de Álex Corretja, eran los sextos favoritos, pero dejaron toda una declaración de intenciones ya en el primer encuentro del torneo, al batir a la pareja número uno del mundo, los hermanos estadounidenses Mike y Bob Bryan.

En el quinto y último partido, ante los indios Mahesh Bhupathi y Rohan Bopanna, se hicieron con un título que el otro dúo de dobles español que ha alcanzado una final del Masters, Sergio Casal y Emilio Sánchez Vicario -en 1988 y 1990- nunca lograron levantar. EFE

Por ccarrera