Jue. Nov 21st, 2024

Las bebidas refrescantes, burbujeantes y azucaradas son un reclamo irresistible para nuestra vista y nuestro paladar, pero no son –y lo sabemos– el mejor modo de hidratarnos. Son un aliado de la obesidad. En Estados Unidos ya se ha observado el vínculo entre el consumo de este tipo de bebidas y las altas cifras de obesos.
Ahora, la revista The New England Journal of Medicine publica al tiempo tres estudios que subrayan y argumentan aún más esa relación: obesidad y refrescos azucarados. En EE UU la tasa de obesidad supera ya el 30% de la población adulta. En Europa tampoco podemos sonreír complacidos: las tasas están en el entorno del 24%.
Tres estudios, la misma conclusión.
Un primer estudio, realizado en EE UU sobre más de 33.000 personas, concluye que estas bebidas son especialmente perjudiciales para las personas genéticamente predispuestas a subir de peso. Las bebidas azucaradas actuarían sobre los genes afectando el peso y aumentando la predisposición genética de una persona a engordar.
Los otros dos estudios demostraron que los niños y adolescentes que toman bebidas sin calorías, es decir, que no toman bebidas azucaradas, lograban perder peso.
Científicos de la Universidad VU de Amsterdam (Holanda) basaron su estudio en datos de 641 niños (4 a 11 años) con un peso normal. La mitad bebió regularmente un cuarto litro de bebidas de frutas azucaradas mientras que la otra mitad tomó la misma cantidad de esa bebida, pero azucarada con edulcorantes.
Se vio que, pasados 18 meses, los chavales que habían tomado bebidas más bajas en calorías aumentaron su peso 6,39 kilos de media. En cambio, aquellos que bebieron las azucaradas subieron de peso una media de 7,36 kilos, un kilogramo más.
Finalmente, un estudio del Hospital Infantil de Boston (EE UU) con 224 adolescentes obesos o que tenían sobrepeso, llega a las mismas conclusiones.
A una parte de ellos, y de modo regular, se les envió a casa botellas de agua o de refrescos bajos en azúcares y se les animó a consumirlos. Durante el tiempo del experimento, el grupo que los bebió no ganó más que 1,5 kilos de peso; en cambio, los que no recibieron esas bebidas, y siguieron consumiendo los habituales refrescos azucarados, aumentaron de peso más del doble, hasta los 3,4 kilos de promedio.
Tomar medidas es urgente
En un editorial conjunto publicado en el mismo New England Journal of Medicine la doctora Sonia Caprio, del servicio de pediatría de la Universidad Yale (EE UU), asegura que los tres estudios parecen indicar que las calorías provenientes de los refrescos azucarados «marcan la diferencia».
En su opinión, ha llegado el momento de actuar desde las Administraciones. En este sentido, el Ayuntamiento de Nueva York prohibió desde este mes la venta de porciones «gigantes» (más de medio litro) de sodas y otras bebidas azucaradas en restaurantes y salas de cine.
Según la la Organización Mundial de la Salud, en todas las regiones del mundo, el número de obesos se dobló entre 1980 y 2008. El dato actual indica que alrededor de 500 millones de personas son obesas, lo que supone el 12% de la población mundial.
FUENTE: 20MINUTOS.es

Por vgongora