Para la gran mayoría, tejer es cosa de abuelitas. Sin embargo, hay un número creciente de personas que está retomando este pasatiempo de antaño para llevarlo a una dimensión hasta ahora desconocida.
Éste el caso de Sarah-Marie Belcastro, una mujer que utiliza el tejido para explorar los conceptos matemáticos escondidos en el entramado de la vida cotidiana.
Y no es la única.
Muchos aficionados al tejido intentan reproducir las ideas matemáticas con hilos de lana para ejercitar sus habilidades cognitivas.
«Convertir una curva suave en un tejido es un problema matemático porque uno tiene que determinar en qué lugar de la curvatura hay que hacer cambios sutiles para que la curva sea lo más delicada posible»
Sarah-Marie Belcastro, aficionada al tejido
Algunos, como los británicos Pat Ashforth y Steve Plummer, lo usan para enseñar matemáticas.
¿Por qué lo hacen? Porque el razonamiento que hay que hacer para transformar un concepto matemático en un patrón y luego en un objeto tejido nos ayuda a entender mejor esa forma, idea u objeto.
«A veces», agrega, «transformar una idea o un objeto en un patrón de tejido es un problema matemático en sí mismo».
«Convertir una curva suave en un tejido es un problema matemático porque uno tiene que determinar en qué lugar de la curvatura hay que hacer cambios sutiles para que la curva sea lo más delicada posible», dice Belcastro.
A Belcastro se le ocurrió la idea de unir lana y números cuando estaba en la universidad. De niña solía tejer en ocasiones y como es zurda, tenía que pensar más cuidadosamente que las personas diestras para seguir un patrón sin cometer errores.
El objeto más complicado tejido por Belcastro puede parecer -para cualquier persona ajena al tema- un sombrero aplastado, pero un matemático reconocería de inmediato que se trata de una «superficie sin orientación del género 5».
Lana por cables
Otra que ha adaptado el arte de tejer al siglo XXI es Charmione Lloyd. Lloyd ha conservado las agujas pero desechado la lana en favor de los alambres.
Esta mujer usa agujas muy finas para tejer brazaletes con hilos metálicos de medio milímetro.
Lloyd se inspiró en otra artesana que usaba alambres de cobre reciclado para fabricar corsés.
Como tenía un montón de alambres en la casa decidió ponerlos a buen uso y ver qué podía hacer con ellos.
Según le dijo a la BBC, no muchos artesanos trabajan con cables metálicos porque este material requiere más esfuerzo que la lana y provoca dolor en los dedos.
El arte de tejer, dice, está experimentando una suerte de renacimiento. Y gracias a ello se han formado numerosos grupos en distintas ciudades de Reino Unido que se reunen semanalmente.
Estos grupos han proliferado en varios lugares del mundo, desde Israel hasta Tailandia.
El primero fue establecido por la neoyorquina Debbie Stoller.
Tejer, una actividad feminista
Como pasatiempo, señala Stoller, se adecua mucho mejor a la vida contemporánea de lo que muchos se podrían imaginar.
Además, Stoller cree que se trata de una acción feminista, una visión que no todos comparten.
«Si digo que me interesa el fútbol, nadie tiene un problema con eso, pero cuando digo tejer, muchos me miran con menosprecio», afirma.
Stoller está convencida de la importancia de apoderarse del tejido y otras artes manuales por la misma razón por la cual las feministas de los años 60 y 70 las rechazaron: el vínculo histórico de las mujeres con esta clase de labores.
Estas feministas buscaron forjarse una nueva identidad marcando distancia con estas tradiciones.
Pero, argumenta Stoller, esto nos hizo olvidar que tejer era una tarea difícil que cumplía un papel social determinado.
«Es algo que las mujeres hacían tradicionalmente y yo me dediqué a recuperarlo».
Muchas mujeres se han unido a la causa de Stoller. Se estima que en el mundo hay unos 1.300 grupos de personas que se reúnen para tejer.
Para Stoller, lo más importante es que que esta gente -hombres y mujeres, jóvenes y viejos- se han volcado a tejer y han descubierto lo que pueden hacer con ello.
«De la misma manera que uno pesca no sólo para comer, tejer no se trata exclusivamente de crear una prenda para usar», concluye.