Vie. Nov 22nd, 2024

Hace 150 años, mientras paseaban por el Támesis en una pequeña barca, Charles Dodgson (más conocido por el seudónimo de Lewis Carroll) le contó a la niña Alice Liddell una historia que con el tiempo se convirtió en una de las obras más populares de la literatura infantil.

Desde entonces, «Alicia en el país de las maravillas» ha despertado el interés de niños y adultos por igual. ¿Pero en qué medida el libro habla de drogas y otros temas que cautivan a la audiencia adulta?

El relato es, al menos en un nivel, la historia de una niña que entra por un hueco a una madriguera en la que ocurren aventuras de lo más extrañas.

La heroína va detrás de un conejo que habla, se encuentra con la Reina de Corazones y juega al croquet con patas de flamenco en vez de palos.

Desde los años 60, muchos lectores han tratado de descubrir si el texto está haciendo, de alguna manera, referencia a las drogas.

El Gato de Chesire (uno de los personajes del libro) desaparece y aparece a voluntad. Alicia bebe pociones y come hongos para cambiar su estado físico. La oruga azul, otro de los personajes, fuma una elaborada pipa de agua.

El ambiente en el que se desarrolla la historia está tan disociado de la realidad, que uno no puede dejar de preguntarse si las drogas tienen algo que ver con todo lo que ocurre.

Después de todo, en la época en que fue escrito el uso de opio era legal.

Alicia, drogas y rocanrol

«White Rabbit» (Conejo blanco), el tema de Jefferson Airplane, la banda de rock de los años 60, habla precisamente de eso.

«Cuando los hombre del tablero se levanten / Y te digan a dónde ir/ Y tú justo acabas de tomar un hongo/ Y tu mente se mueve lentamente/ Ve y pregúntale a Alicia, ella te sabrá decir».

La película «The matrix», también hace una referencia. «Te tomas la píldora azul, la historia termina, te despiertas en tu cama y crees lo que quieras creer. Te tomas la pastilla roja, te quedas en el país de las maravillas, y yo te muestro hasta dónde llega el agujero de la madriguera».

Pero los expertos son, por lo general, escépticos. Se cree que Carroll no utilizaba drogas como opio o láudano con fines recreativos, y las referencias dicen más sobre la gente que lo hace que sobre el autor del libro.

«La idea de que los aspectos surreales del texto son consecuencia de estados oníricos inducidos por las drogas resuenan en la cultura de los 60, los 70 y los 80, cuando el LSD circulaba ampliamente, e incluso ahora, que las drogas recreativas son un lugar común», señala Heather Worthington, profesor de Literatura Infantil en la Universidad de Cardiff, en Reino Unido.

«Los costados más oscuros son los que hacen que el libro sea fascinante, porque el texto es inusual, innovador y difícil de comprender. Por eso, poner el énfasis en el autor lo vuelve simple a la vez que excitante».

El hongo es «mágico» sólo en el contexto de la historia. Y la oruga está sencillamente fumando tabaco en un pipa turca.

Sexualidad bajo la lupa

Un tema controvertido en torno al autor es el de su sexualidad. Muchas de las fotografías que se conservan de Carroll, un fotógrafo exitoso, muestran niños semidesnudos o completamente sin ropas.

Para muchos, un hombre que establece regularmente amistades con niñas menores es, de por sí, sospechoso.

«La vida personal de Lewis Carroll intriga a los lectores adultos porque ‘Alicia en al país de las maravillas’ es un texto para chicos, pero la noción de que el autor fotografiaba -aunque fuera de forma inocente- a niñas jóvenes medio desnudas, es a los ojos de una persona de hoy, desagradable», dice Worthington.

«El hecho de que Alicia está basada en un niña que Carroll conocía, también añade otro aspecto interesante o sospechoso, depende cómo se mire».

«Las niñas eran para él un público sin sexualidad y que no emitía juicios de valor, por eso él se abría con ellas. Ellas lo amaban y él encontraba alivio en ellas»

Jenny Woolf, autora de «El misterio de Lewis Carroll»

Pero Carroll vivía en una época en que la inocencia infantil se estaba forjando, influyendo la forma en cómo los niños se representaban en la literatura del siglo XIX dirigida a ellos.

En opinión de muchos autores, detrás del interés de Carroll por la inocencia de las niñas jóvenes está el deseo, que no es necesariamente sexual.

Jenny Woolf, autora de «El misterio de Lewis Carroll», está de acuerdo con esta teoría.

«Las niñas eran para él un público sin sexualidad y que no emitía juicios de valor, por eso él se abría con ellas. Ellas lo amaban y él encontraba alivio en ellas».

«Si bien se sentía atraído por las mujeres, el celibato era una imposición de su trabajo (esta condición era necesaria en esa época para ciertos académicos de Oxford) y él creía que mantener relaciones sexuales iba en contra de los designios que Dios tenía para él».

Hay muchos expertos que no encuentran una explicación en torno a este interés y por ende resulta inevitable que esto influya la lectura que se hace del texto.

Si uno se fija en las anotaciones del libro, veremos que los comentaristas destacan un sinnúmero de temas como la pubertad, el abandono, los desafíos de la transición hacia la edad adulta, e incluso los peligros de la justicia autoritaria, encarnada en la Reina de Corazones.

Pero si tomamos en cuenta cómo surgió la historia -un hombre tratando de entretener a una niña durante un paseo en bote-, ¿no será que estamos añadiéndole un sentido que en realidad no tiene?

Significados múltiples

En un artículo reciente de la revista Prospect, Richard Jenkyns, de la Universidad de Oxford, la describió como «probablemente, la historia centrada en una niña más pura que nadie haya escrito jamás» cuyo único objetivo, dijo «es dar placer».

Sin embargo, otra narrativa que se le ha impuesto es la idea de la lucha con uno mismo. Carroll llevaba una existencia muy controlada en la que debía lidiar con su sentido de identidad, un tema recurrente en la historia que Alicia expresa con regularidad, cuando se pregunta quién es después de entrar en el país de las maravillas.

«La gente intrepreta los libros de una manera lógica, al igual que los sueños. Quieren darle a todo un significado. ‘Alicia en el país de las maravillas’ no debe leerse como un libro lógico »

Anthony Browne, ilustrador de la edición de 1988

Quizás por eso el libro habla de moralidad en términos burlones, señala Woolf. «Y la acción se desarrolla bajo tierra o en un mundo opuesto al nuestro».

Nunca sabremos a ciencia cierta si Carroll intentó escribir una historia que trasciende el mundo infantil.

Basándose en su propia experiencia como ilustrador de la edición de 1988, Anthony Browne sostiene que probablemente Carroll no tenía idea de los significados que muchos ven en su historia.

«La gente interpreta los libros de una manera lógica, al igual que los sueños. Quieren darle a todo un significado. ‘Alicia en el país de las maravillas’ no debe leerse como un libro lógico. Puede que Carroll le haya dado significados ocultos, sin tener plena conciencia de ello».

Tal vez, sea mejor leer el libro sin tener conocimiento de las intenciones del autor.

«De alguna manera, no importa», concluye Brown. «No creo que Carroll escribiese Alicia para ser interpretada, sino para ser disfrutada».