Empezaron buscando un antecancerígeno, y acabaron encontrando algo que lleva 50 años de búsqueda: una sustancia que inhibe la producción de espermatozoides. La molécula tiene todas las ventajas: pasa de la sangre a los testículos, su efecto desaparece cuando se deja de tomar, y la descendencia engendrada después no presenta alteraciones. Pero que nadie corra a una farmacia. El ensayo, que publica el viernes Cell, se ha hecho en ratones, lo que quiere decir que lo que se obtenga de este trabajo tardará en llegar a los humanos.
La idea de conseguir una píldora anticonceptiva masculina es tan vieja –o más- que la femenina. Pero hasta ahora la mayoría de los ensayos iban por la misma vía: la regulación hormonal. Y no habían funcionado. Este nuevo producto tiene un origen y estructura completamente diferente, según explican los investigadores del Dana-Farber Cancer Institute de EE UU. Ellos han liderado el ensayo, pero no estaban solos. También han participado la Universidad de Oxford (Reino Unido), la Texas A&M University, el Baylor College de Medicina y el Hospital Infantil de Boston.
Aunque los propios autores del trabajo dudan de que lo que se utilice finalmente, si se consigue, sea la molécula JQ1. Esta tiene afinidad por un amplio abanico de compuestos y funciones del organismo, por lo que el riesgo de que produzca efectos adversos indeseados a largo plazo es muy alto. La ventaja es que se sabe cuál es el receptor que produce la esterilidad, la proteína llamada BRDT. Esta está implicada en la generación de nuevas células, como los espermatozoides, por lo que parece claro que puede ser un objetivo para la tan buscada píldora masculina.