Vie. Nov 22nd, 2024

El fútbol es caprichoso. Por eso es el espectáculo más fascinante del mundo. La final dramática, vibrante, espectacular y gratamente recordada por la hinchada de la ‘U’ en la Copa Libertadores de América 2008, revive ahora en la disputa de la Sudamericana 2009. Como en aquella memorable ocasión, Fluminense aparece en el camino. El equipo carioca ganó a pulso ese derecho, tras una enconada lucha con Cerro Porteño, que terminó a las trompadas en el sagrado reducto del Maracaná.
Liga conquistó el boleto tras la inmisericorde goleada fabricada en Ponciano ante River Plate, en una tarde y noche prodigiosas, propinando una goleada de novela al once charrúa, que se ahogó en las aguas de la verguenza. Nadie imaginaba una cifra con signos de catástrofe para sellar al pasaporte a la final de la Sudamericana.
El once de Fossati derrochó juego colectivo, dinámica, precisión, finos movimientos tácticos, garra, carácter, jerarquía y una dosis de contundencia, que fulminaron al equipo del suicida Juan Ramón Carrasco, que terminó abatido por semejante producción goleadora, con un 7 a 0, que es record en los enfrentamientos entre uruguayos y ecuatorianos.
Los tiempos han cambiado, el cerco se acortó, sepultando de una vez por todas, aquella supremacía lacerante de la que hacían gala en otras épocas los equipos uruguayos.
Liga se trepó en la cresta de la ola con infinita autoridad, regalando una noche maravillosa a su hinchada que enloqueció degustando ese fútbol demoledor, con alto voltaje, que sacudió las redes sin piedad.
Vuelven a la memoria colectiva los choques ante Fluminense por la Libertadores. La goleada estremecedora en la ‘Casa Blanca’ y la escalofriante definición en la ‘ruleta rusa’ de los penales en el mítico escenario de Río de Janeiro. Vuelve al archivo del alma, los vuelos electrizantes de Pepe Pancho para ahogar reiteradamente el grito de gol, frenando con atajadas magistrales los cañonazos enviados con veneno desde el punto penal. Vuelvo a mirar al ‘Patón’ Bauza, llorando en la banca de suplentes, ajustando las manos a su rostro, palpitante de emoción.
Regresan las imágenes de la celebración interminable en la cancha carioca y después en las calles reverberantes de Quito.
Fue memorable, histórico, incomparable. Un hecho inédito, que puso a Liga en el pedestal del balompié sudamericano.  El miércoles hervirá Ponciano.
Se juega el partido de ida y la opción de consolidar una ventaja apreciable para aquietar las aguas e ir al Maracaná respirando fe y tranquilidad. La tribuna alba aguarda el último galardón de gloria que falta en su rica estantería.

Por: Raúl Cruz Molina

Por ccarrera