No pueden seguirle permitiendo a Gabriel Perrone despilfarrar las posibilidades deportivas, institucionales y económicas. El miedoso técnico argentino es el principal culpable del sonado fracaso millonario en la liguilla. Juega con recelo, a un fútbol cavernario, resultadista, amarrete y perdedor.
Esa ha sido su escuela desde que llegó a Ecuador. Es cierto que tuvo relativo éxito en Olmedo y D. Cuenca, pero ya todos le tomaron el pulso. Su invento del ‘bosque de piernas de medio campo hacia atrás y la puñalada del contraataque, ya encontraron el antídoto. Es una cantaleta táctica, afectada aun más por su falta de percepción y criterio en la contratación de las piezas foráneas.
Nunca como en esta temporada, un técnico exhibió tanto desatino y ceguera para aprobar la contratación de los jugadores extranjeros. Su primer gran error fue no mover un dedo para imponer la continuidad de Facundo Coria, el único importado que aportó una gestión valiosa. Los que llegaron después y con su aval, son unos auténticos paquetazos. Un desastre total. Un mamarracho que provoca profundo dolor por el despilfarro de recursos, que obviamente son muy altos.
Parece ser que Perrone, patea para el arco propio, porque de ninguna manera se puede pasar por alto semejante desatino. Es un trato indolente, que solo se le puede dar a un acérrimo enemigo.
Pensando con criterio y sanidad mental, a nadie que esté en sus cabales, se le puede ocurrir atentar contra su propio trabajo. O es que Perrone piensa, que en este fútbol es posible seguir vendiendo espejitos. La hinchada, un juez implacable, le dedicó un ramillete de ofensas a la salida del Capwell tras el empate frente a Éspoli, que le dejó fuera de la batalla por el título 2009. La parcialidad del ‘Bombillo’ pedía a coro su cabeza. La renuncia a su función y su salida inmediata. Perrone se justificó, expresando que fue contratado para montar un proceso a dos años plazo.
Recordó, sacando el paraguas de la incapacidad, que Emelec hace dos años que no calificaba a la liguilla, pretendiendo darle validez a su tarea.
Su argumento no tiene el apoyo de la verdad. Lo suyo es desastroso. La directiva le abrió la opción de trabajar con tiempo y traer a los jugadores que quiso. Merece ser despachado. Se pasó de listo. Ya se sabe que en el Río de la Plata, todos están cortados por la misma tijera. ¿O no ?
Por: Raúl Cruz Molina