Sáb. Nov 23rd, 2024

Eduardo Maruri propinó un golpe maestro.  Con el apoyo de sus incondicionales consiguió destituir al vicepresidente Luis Noboa, que se había convertido en los últimos tiempos, en la piedra en el zapato del angustiado publicista.
De una patada lanzó al millonario opositor,  aduciendo como razón terminante de su expulsión, el no haber participado activamente en sus labores.
El cónclave torero se reunió en sesión extraordinaria el viernes en el Hilton Colón y de esa maquiavélica cita salió la engorrosa determinación, que refleja la ansiedad de poder que despierta ocupar la batuca mayor del alicaído ídolo del Astillero.
Estaba visto, que Maruri no soportaría por más tiempo, la frontal y espinosa oposición de Noboa, que apostado como francotirador asestaba continuos remezones a la tarea del presidente, sugiriendo inclusive, que por su incapacidad, debía abandonar por amor propio y dignidad la conducción de la institución amarilla.  El reconocido publicista, pero deficiente dirigente, se apuró a ponerle el cascabel al gato. Era preferible aguantar un último ridículo público, a cambio de sacarse de encima al decapitador en ciernes y no le tembó la mano para ejecutar su plan, maquillándolo con el pretexto mortal de las continuas ausencias – 19 en total-  del sobrino del bananero Alvaro a las reuniones de la directiva.
Es verdad que Maruri se sentía amenazado. El potencial económico de los Noboa, que ofrecían tomar las riendas del club con chequera en mano, le quitaba el sueño al imberbe presidente canario. Los millonarios del guineo y las múltiples empresas, estaban tramando paralelamente su estrategia para voltearlo. Maruri les ganó por puesta de mano, alejando al combustible de la candela.
En el plano de la realidad, la destitución de Luis Noboa no arregla nada. Creo que agita más el avispero, porque el clan de la familia más poderosa del país, no se quedará tranquila con semejante afrenta y buscará una urgente revancha.
Maruri está posado en una bomba de tiempo. En lugar de planificar ‘cortes de cabeza’, debería centrar su atención y su ínfima capacidad conductiva en sanear los enormes problemas legales y económicos que afronta el club a nivel nacional e internacional. Las dificultades de Barcelona han traspasado los límites y como señala Isidro Romero Carbo, ex presidente de la entidad y hombre del riñón del clan Noboa, la crisis ya no es futbolística. Es institucional. Le asiste la razón. Maruri está metido en camisa de 11 varas. Su responsabilidad es enorme. Juega al cuento y esconde los problemas. La crisis pronto estallará.  

 Por Raúl Cruz Molina

Por ccarrera