Varios compatriotas tienen el sueño de migrar para salir de pobres. La mayoría de ellos no saben a lo que se enfrentarán cuando pisen suelos extranjeros. La vida en un territorio ajeno, presenta muchas dificultades y no todos están preparados para superarlas y salir ilesos del ‘mal tiempo’.
Cristian Cevallos, es un compatriota oriundo de la ciudad de Loja. Doce años atrás decidió marcharse a España, a pesar de que estaba empezando sus estudios universitarios en la carrera de veterinaria. «Me fui por aventurar», dice.
Lo más duro de migrar, es llegar a un lugar, donde no se conoce a nadie. No es fácil consguir una mano amiga. «Se pasa penurias, hambre, frío e incluso rechazo de los compatriotas», señala Cristian.
Al migrar, un buen porcentaje de personas pierden su sentido de solidaridad. La ambición por el dinero les impide brindar su ayuda. «Una vez, estaba sentado en la banca de un parque. No había comido en tres días. Me encontré con un saragureño y le pedí un plato de comida. Él me dijo: Indio, yo no soy tu paisano, ándate de aquí», cuenta el joven lojano.
En la actualidad, las cosas son más difíciles, pues la fuerte crisis que azota al mundo ha reducido las fuentes de trabajo. Los migrantes recien llegados no tienen muchas posibilidades de encontrar empleo. Ellos pasarán más sufrimientos, sobretodo si no tienen un familiar que los espere. «La gente se informa mal. Piensan que van a ver plata apenas llegan. Les toca pasar muy duro y en algunos casos les toca retornar con una mano adelante y otra atrás. No hay empleo para los europeos, peor para nosotros», argumenta.
Para Cristian, la vida de un migrante no es color de rosa. Conoce a mucha gente que se ha quedado en la calle. Diez años atrás, una buena cantidad de migrantes se endeudaron para comprar viviendas y negocios. Algunos de ellos, perdieron sus fuentes de ingresos. Les tocó vender todo para pagar y se quedaron en la quiebra.
Como mensaje final, nuestro compatriota advierte, que para salir adelante en tierras extrañas, se requiere de ñeque y responsabilidad. De lo contrario es mejor no ir.