El caos vehicular que aqueja a la capital se ve intensificado por la falta de control a los taxis que operan en las calles. En primer lugar todavía nos encontramos con profesionales del volante que eligen a donde van, es decir si desean hacen una carrera y sino solo dicen “uy niña para allá si no voy”. Se supone que ellos prestan un servicio a los ciudadanos, pero se abusan sobre todo en las horas pico, puesto que cuando deciden transportar a alguien se toman la libertad de designar las tarifas que más les parezca conveniente, por supuesto sin hacer uso del taxímetro.
En fin no es justo que entre los mismos ciudadanos nos pongamos el pie. Necesitamos un transporte público que garantice un servicio eficaz y sobre todo equitativo. Los controles deberían intensificarse en este sentido.
