17 may (EFE).- El marfileño Didier Drogba, una pieza vital en el ataque del Chelsea, sigue siendo, tras ocho temporadas con los «blues» y a sus 34 años, capaz de desmontar cualquier defensa rival con su voracidad goleadora.
Después de que muchos dieran por acabada su andadura en el Chelsea el verano pasado y tras un comienzo de temporada tortuoso en que perdió su condición de titular indiscutible, Drogba recuperó sus galones en la delantera con el técnico italiano Roberto di Matteo.
Amo y señor desde entonces del ataque de los «blues», el marfileño ha liderado a su equipo hacia su segunda final de la Liga de Campeones, la única asignatura pendiente del conjunto londinense, con brillantes actuaciones ante el Nápoles y el Barcelona.
En una memorable semifinal contra el conjunto español, Drogba desesperó a Carles Puyol y Javier Mascherano con un derroche físico asombroso para su edad, marcó en Stamford Bridge el gol decisivo de la eliminatoria y acabó defendiendo con solvencia el lateral derecho en el Camp Nou.
Nacido en Abidjan (Costa de Marfil) en 1978, su familia emigró a Francia huyendo de la pobreza cuando él tenía 15 años.
Fue en el fútbol francés donde este portentoso ariete empezó a despuntar, primero en equipos secundarios como el Le Mans o el Guingamp y después en el Olympique de Marsella, donde cuajó una gran temporada que le valió el billete para Stamford Bridge en 2004.
Durante ocho temporadas en el Chelsea, Drogba no solo ha arrollado a las defensas rivales que se han interpuesto entre él y el gol, sino también a todos los grandes delanteros que el millonario propietario del club, Román Abramóvich, ha fichado año tras año a golpe de talonario.
Estrellas como el argentino Hernán Crespo, el francés Nicolas Anelka, el ucraniano Andriy Shevchenko o el español Fernando Torres han visto como su papel en el equipo «blue» quedaba relegado a un segundo plano por la voracidad goleadora del africano.
Convertido en ídolo y referente de todo un continente, el marfileño ha utilizado su popularidad para promover proyectos humanitarios en África y para intentar poner fin a la guerra civil que afectó su país el año pasado.
Con 156 tantos en 273 partidos con el Chelsea, Drogba se ha consolidado como uno de los mejores delanteros del planeta, condición que quiere refrendar el sábado alzando el título más importante que un futbolista puede conseguir a nivel de clubs.
Tras perder en la tanda de penaltis la final de 2008 ante el Manchester United y caer en las polémicas semifinales de 2009 ante el Barcelona, ganar la Champions podría ser el broche de oro a la relación entre el marfileño y el Chelsea, que parece tendrá un fin cercano. EFE