Vie. Sep 20th, 2024

No es tiempo para esconder la basura debajo de la alfombra. Es tiempo de reflexión, de análisis profundo, de establecer un balance real, con mucho sentido común y sin bajas pasiones. En Santiago se cerró un ciclo que tuvo perfiles de brillo, con la consecución de dos calificaciones consecutivas a los mundiales. Algún día tenía que terminar esa época pródiga, Y terminó, lamentablemente en forma dolorosa, por la falta de una adecuada política directriz, que asumió una actitud dictatorial desmesurada e ilógica, autoavalada grotescamente en los pasaportes mundialistas al 2002 y 2006. La FEF cometió el error más grueso y relevante que recuerde la historia de este golpeado balompié, al nombrar como seleccionador a un hombre como Sixto Vizuete, que ‘saltó del suelo al cielo’, tras esa impensada corona que conquistó al mando de un combinado estructurado al apuro, que ganó la medalla de oro en unos Panamericanos, a los que las grandes potencias enviaron equipos de tercera. Aquella ‘medalla mentirosa’, la salida borrascosa de Luis Fernando Suárez, la negativa terminante del ‘Bolillo’ Gómez  y la falta de dinero para contratar a un técnico de prestigio internacional, llevaron a Chiriboga y su clan, a fabricar la ‘jugada maestra’ nombrándolo para dirigir a la Tri, en un momento de caos y desesperación. Fue un despreciable acto de irresponsabilidad, al que siempre mostramos nuestra oposición. Fue una decisión suicida y maquiavélica. Suicida, porque es imposible en estos tiempos modernos, que un profesional imberbe, inexperto, sin cartel, sin discurso, sin la autoridad, que brinda una rica hoja de vida, se ubique en el comando de un combinado, que lucha por saltar al primer mundo del fútbol. Y fue maquiavélica, porque le llevaron al sacrificio, presagiando que todas las críticas, apuntarían a su tarea en la hora del fracaso, como efectivamente sucede en estas horas.
Chiriboga, rápido y astuto como siempre fue, ni bien desembarcó la selección en suelo nacional, se apuró a lanzar a los cuatro vientos, la decisión de terminar el contrato que vincula a Sixto con la selección. Acaso pensando, que la afición y la opinión pública, calmarían su sed de disgusto, ofreciendo públicamente la cabeza del humilde estratega de Guaytacama. Es una bajeza, si Chiriboga se había plantado como un defensor a ultranza de la tarea eficaz del técnico. Entendemos la maniobra, pero estamos seguros, que esta nueva rueda de molino, nadie se la tragará. Hay que identificar a los directos responsables de este fracaso. El fútbol nacional requiere con urgencia un cambio drástico. En su política de conducción y en su organización integral, escogiendo a dirigentes probos y competentes. Manos a la obra.   Por: Raúl Cruz Molina

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