Ejemplo de lucha diaria

De caminar lento y sonrisa espontánea Bertha Guevara recorre las calles del norte de Quito vendiendo sus refrescos congelados.
Accede rápidamente a contar su vida, mientras camina por el mercado de la Ofelia, al norte de Quito, en busca de posibles compradores. La mañana le favorece debido al radiante sol que brilla en el cielo, eso le pone contenta, porque en días de lluvia no le queda de otra que regresar a su casa, sin vender algo.
Su jornada empieza a las 8 de la mañana cuando va a retirar el producto, camina hasta las cuatro o cinco de la tarde. Hace algunos meses Bertha laboraba en un almacén de respuestos, de donde tuvo que salir al sufrir gastritis avanzada, después de su tratamiento quizo volver a su lugar de trabajo pero alguien más ya lo ocupaba.
“Yo intenté buscar otro trabajo en algunas partes, pero siempre me decían que no, por mi edad. Sólo hay trabajo para la gente joven”, afirmó mientras vendía uno de sus refrescos en el mercado.
Cuenta además que no siempre logra vender los 300 refrescos que debería para ganar 12 dólares al día, cuando más vende, logra hacer 8 dólares, que los reparte para pagar su arriendo, los gastos de la casa y los estudios de su hijo que está a punto de graduarse de la secundaria. Bertha no pudo evitar derramar lágrimas al decir que no se arrepiente de haber tenido a su hijo a pesar de haberlo criado sola. “Es un buen muchacho y quiere estudiar la universidad, por eso yo le apoyo… siempre le digo que aproveche porque tiene que ser más grande que yo” murmuró mientras se secaba las lágrimas de su rostro.
Esta es una historia que se repite en miles de hogares ecuatorianos, quizá por la falta de políticas sociales a favor de las madres solteras. Quienes quizá por trabajar deben descuidar a sus hijos.
Bertha es un ejemplo de las madres siempre dispuestas a darlo todo por sus hijos.