Jue. Oct 24th, 2024

Carlos, 36 años. Nunca me ha sobrado el dinero y siempre supe que tenía que esforzarme para satisfacer las necesidades de mis tres hijos. En la mañana trabajo vendiendo mercadería, eso no me da mucho dinero, por eso en la noche hago la limpieza de un bar. Un día mi hija mayor, me pidió que vaya a su escuela a conocer a su profesora preferida y nunca le hice caso. Al poco tiempo, mi chiquita tuvo un accidente y falleció. Conocí a su maestra en su funeral. Me hubiera gustado darle esa alegría en vida. Pensar que dejé de darle gusto por conseguir dinero. Ahora me doy cuenta que la sonrisa de un hijo no tiene precio y lamento haberme dado cuenta de esto, tan tarde.

Mi querido Carlos:

Lamento mucho lo sucedido. Nunca es tarde para cambiar. Todavía quedan dos hijos a los que debes demostrar tu amor. No cometas con ellos el mismo error. Dedícales tiempo.

Tu amiga Conchita

Por adm