La originalidad brilla por su ausencia en ‘Battleship’, una de las grandes apuestas de Hollywood, que mezcla naves extraterrestres salidas de ‘Transformers’, un protagonista guaperas -Taylor Kitsch-, un secundario de lujo -Liam Neeson- y hasta el debut de Rihanna en el cine.
Con todos esos elementos el resultado es tan espectacular como vacío.
Dirigida por Peter Berg (‘Hancock’), ‘Battleship’ es la adaptación de un famoso juego de combate naval, y su salto a la gran pantalla se salda con unas imágenes impresionantes y algunas excelentes secuencias de acción, pero poca tensión en una historia en la que está demasiado claro el final desde el minuto uno.
Kitsch, un actor hasta ahora desconocido, ha irrumpido en las grandes superproducciones de Hollywood con ‘John Carter’ y ‘Battleship’. Y, tras el enorme batacazo en la taquilla de la primera, la expectación es grande para ver el resultado de la segunda y averiguar si su presencia tiene algo que ver con el fracaso de «John Carter».
Lo que sí queda claro con este nuevo trabajo es que su inexpresividad es independiente del papel que le cae en suerte, y que la profundidad de los personajes no será la característica principal de sus trabajos en el futuro.
Aunque tampoco sus compañeros de reparto salen mejor parados.
La cantante Rihanna ha dejado toda su expresividad y su sensualidad en la música y ha llegado al cine cargada de armas, con un aspecto de militar que nunca ha pisado un cuartel y con una gorra que no se le cae ni cuando le atacan naves extraterrestres del tamaño de un campo de fútbol. Y Neeson se limita a cubrir el expediente.
«Battleship» cuenta una invasión extraterrestre provocada, como no, por la estupidez humana. Los extraterrestres, con ojos de lagartos, una extraña perilla y fobia al sol, llegan a la Tierra atraídos por una llamada interestelar lanzada años atrás.
A la posible amenaza humana responden con armas tan simples en apariencia como mortíferas en su resultado, pero no cuentan con la presencia al mando de un único barco de Kitsh, que interpreta a un alocado y perdido joven que se alista en la Armada forzado por su valiente hermano y que nunca en su vida se ha visto en la tesitura de ser responsable.
Pero lo es cuando corresponde, como suele pasar en este tipo de películas, que se sustentan en sus efectos especiales -por obra y magia del argentino Pablo Helman y Grady Cofer, de Industrial Light & Magic- y en sus máquinas de diseño.
En ese aspecto, «Battleship» se luce y construye una película tan entretenida como nulos son unos diálogos absurdos y vacíos. Pero si de lo que se trata es únicamente de dar espectáculo, eso lo logra sin duda.
«Battleship» se estrena mañana en España y gran parte de Europa, además de Japón y otros países asiáticos, adelantándose a su llegada a los cines estadounidenses y latinoamericanos, donde saldrá en mayo. EFE