Hoy se cumplen 123 años del nacimiento del actor, director, guionista, productor y compositor. Una de las figuras más representativas del séptimo arte.
Hace exactamente un siglo, dos décadas y tres años, llegó al mundo una de las leyendas del séptimo arte, hoy recordado como un hombre sin voz, expresivo, portando siempre un bigotillo corto, bastón y bombín, con una gran disposición y facilidad para hacer reír a su público. Sin embargo, su figura va más allá de la de un simple cómico; director, guionista, productor, compositor y actor, hay más de una razón para recordar a Sir Charles Spencer Chaplin.
Si bien sería ilógico pensar que Chaplin podría seguir entre nosotros a 123 años de su nacimiento, no es tan descabellado. Hace falta poner su nombre en cualquier navegador web para saberlo. La sola mención de su nombre nos remite a todos al cine mudo, pues él fue, sin duda alguna, uno de sus más grandes representantes, con una carrera que hoy lo ha inmortalizado.
El vagabundo
Chaplin nació en Londres, Inglaterra, y sus primeros pasos en la actuación los dio apenas con cinco años, ya que sus padres, Hannah y Charles, estaban relacionados con el mundo del espectáculo, en el ámbito del ‘music hall’, como cantantes y actores. Con pequeños papeles en teatro, sus primeros pasos en el celuloide los dio cuando llegó a Estados Unidos y en California comenzó a trabajar para los estudios Keystone. De la mano de esta productora, debutó en ‘Making a Living’ y en apenas quince minutos de cinta, comenzó a darle forma a su personaje más famoso.
Fue hasta su siguiente producción que Chaplin apareció como más se le recuerda.
Conocido como The Tramp (el vagabundo) y en algunos países bajo el nombre de Charlot, apareció por primera vez en pantalla en ‘Kid Auto Races at Venice’ en 1914. Armado de su atuendo característico, este personaje llegó al mundo del cine: un bien intencionado hombre sin trabajo, que a pesar de su clase social actuaba con elegancia y buenos modales, sin embargo, aunque estaba dispuesto a tomar cualquier empleo, usaba su astucia para conseguir lo que necesita para sobrevivir, escapando en su camino de las autoridades.
Bajo esta dinámica, ‘The Tramp’ pronto se transformó en una constante, aunque no permanente, presencia a lo largo de su carrera, volviéndose su personaje más famoso. En el año de 1914, protagonizó varias decenas de aventuras para Keystone, llamando la atención de la naciente industria cinematográfica. Fue durante este año, en el mes de abril, que la compañía le permitió dirigir su primer guión: ‘Twenty Minutes of Love’. Y fue en estos siete minutos de filme, donde su amor incondicional por el cine se volvió un elemento inalienable a su persona.
Tiempos modernos
A partir de entonces y durante los siguientes años, no hubo cinta en la que apareciera que no fuera escrita y dirigida por él mismo. Fue cuando comenzó a trabajar con ‘Mutual Film Corporation’ que añadió a sus habilidades fílmicas la de productor, lo que eventualmente lo llevó a fundar United Artists. Cerca de los años 20 comenzó también a componer los temas musicales, tarea que poco a poco se volvió también parte imprescindible en sus cintas. Chaplin prácticamente hacía todo el trabajo.
Cuando comenzaba el cine sonoro, el actor se negaba a que su personaje más famoso hablara en alguna de sus películas, por lo que para su filme de 1931, ‘City Lights’ optó por omitir los diálogos. Pero esta transición era inevitable, así que en el año de 1936, Chaplin decidió que era mejor decir adiós a The Tramp. ‘Modern Times’ (el título no es casual), fue una cinta parcialmente muda, donde al final se puede escuchar la voz del vagabundo por primera y única vez. Al final, el hombre avanza por un camino que se pierde en el horizonte, abriendo paso para el futuro cinematográfico.
Aunque su presencia como actor fue disminuyendo, Chaplin nunca dejó de hacer cine y en 1972 recibió un Oscar Honorifico. A pesar de que se fue de este mundo el 25 de diciembre de 1977, su legado continuará irremediablemente a través de sus películas, como el eterno vagabundo que puede arrancarle una sonrisa a cualquiera.
Cintas memorables:
‘The Gold Rush’ (1925)
‘City Lights’ (1931)
‘Modern Times’ (1936)
‘The Great Dictator’ (1940)