Salma Hayek reconoció haber vivido una juventud complicada a causa de su sobrepeso y de los numerosos granos que poblaban su rostro. Estas dificultades afectaron tanto su autoestima, que en ocasiones no se atrevía a salir de casa.
“Me despertaba y me quedaba en la cama sin atreverme a ir al baño y mirarme al espejo. Luego la obsesión se trasladó a la comida: o comía muy poco o directamente me atiborraba. Llegó un momento en el que estaba muy gorda, y encima me quedé sin dinero y no podía pagar la renta”, confesó la actriz.
Sin embargo, Salma consiguió recuperarse de sus problemas gracias a la ayuda del director Alfonso Cuarón, que la animó a seguir un tratamiento.
Aunque no ha vuelto a sufrir una situación similar, a la artista le gusta controlar lo que come y cuidar su aspecto para no recaer de nuevo en esa dinámica destructiva.