Cansado de lo monótono, el cantautor guatemalteco diseña su nuevo disco con pinceladas románticas. Plasma su escencia.
Usted le canta al amor lento, al cotidiano, y hoy mucho del amor parece dominado por la velocidad de la Internet…
Le canto a todo lo que se pueda y se deje, para darme el gusto, como autor, de extrañarme en el ejercicio de inventarme un mundo a través de las canciones. Si fuera un compositor solo del amor, me aburriría en dos semanas.
¿Un amor cursi?
Si, porque los amores inteligentes son demasiado inteligentes para ser amor. Eso es necesario para que surja este sentimiento raro, inentendible, oscuro a veces, que nos hace hacer cosas que en la normalidad no hacemos.
¿Qué es la inspiración?
No sé de qué se trata, no lo entiendo. No hay un sitio donde se escriban canciones ni un momento donde se pueda asegurar que se compone. Si existiera un lugar, me iría a vivir allá; si existiera una hora, estaría atento a ella.
Es de los que andan con libreta o escriben en servilletas o papeles que tienen a la mano…
Hoy hay una cantidad enorme de recursos para dejar constancia de las cosas que están ocurriendo; los teléfonos, por ejemplo. Eso quita romanticismo a la historia, pero existe. Mi madre guarda en una gaveta grandes cantidades de canciones escritas por mí, de una época en que era menos depurador y terminaba todo lo que empezaba.
¿Cuál es ese contrato que se establece con el público, acaso está basado en la honestidad?
El contrato de honestidad del artista tiene que ser con el mismo, jamás con el público. El que hace su trabajo para lograr efectos en otros, muchas veces no lo consigue y se convierte en víctima de la moda. Prefiero un disco fracasado dentro de lo que es la ventana comercial pero que me guste. Viendo su carrera, se podría hacer un diario de viaje, con exorcismos, evoluciones, madurez…
Sí, pero hay ciertas cosas de la inmadurez que estoy tratando de reconciliar con este disco. Como cuando hice ‘Animal nocturno’, que es tremendamente explosivo, poco depurado, donde dije lo que se me antojó decir. Ese disco tiene magia, me recuerda muchas cosas, está hecho con un presupuesto casi nulo, no teníamos para pagar un percusionista.
¿Qué representa tu nuevo disco?
Me tuve que reencontrar, pues me di cuenta de que estaba haciendo un disco para una compañía independiente que debo defender yo mismo. Hubo una especie de catarsis al principio y luego intenté soltarme para hacer lo que venía haciendo, con la única certeza de que por tratarse de una compañía independiente, el trato a la materia prima, que son las canciones, iba a ser más responsable.
Diego León Giraldo S.