Su función es destruir o paralizar a los espermatozoides. Vienen en una variedad de opciones: óvulos, geles, espumas o cremas, que debes introducir en la vagina 10 ó 15 minutos antes del acto sexual. Sin embargo, usados por sí solos están entre los anticonceptivos menos eficaces para prevenir el embarazo. Además su uso continuo puede irritar el recubrimiento vaginal, aumentando tu susceptibilidad a infecciones. Otra de sus desventajas es que no previene el VIH, ni las enfermedades venéreas.