7 mar (EFE).- El accidente de hace un año en la planta de Fukushima no ha frenado las exportaciones de tecnología atómica de Japón, que, en pleno debate sobre sus propias centrales, busca tener presencia en los proyectos nucleares de países emergentes.
Antes de que el tsunami del 11 de marzo desatara el peor desastre nuclear desde Chernóbil, el Gobierno del Partido Democrático (PD) veía la exportación de tecnología nuclear como un prometedor pilar para el crecimiento de Japón, tercera potencia económica mundial.
El país cuenta con gigantes en el desarrollo de tecnología atómica, como Hitachi, Mitsubishi Heavy Industries y Toshiba, que en el ejercicio 2010 (que terminó en marzo de 2011) ganaron unos 242.000 millones de yenes, 2.996 millones de dólares, con sus divisiones de energía e infraestructuras.
El accidente y los interrogantes que Fukushima abrió sobre la seguridad de las plantas nucleares -incluidas las de uno de los países más preparados el mundo- dejaron temporalmente en el aire los proyectos de cooperación nuclear civil de Japón.
El paréntesis duró unos seis meses, el tiempo que tardó el primer ministro Naoto Kan en dimitir y dejar paso a su sucesor, su compañero de partido Yoshihiko Noda, quien pronto dejó claro el respaldo de su administración a las ambiciones internacionales de la industria nuclear nipona.
Noda, a la vez, mantuvo el compromiso de reducir la dependencia de Japón de la energía nuclear, sin que hasta ahora se haya dado luz verde a la reapertura de los reactores parados tras el accidente de Fukushima por seguridad o por mantenimiento, lo que ha dejado al país con solo dos de sus 54 unidades activas.
Ante esta aparente contradicción, el Gobierno japonés esgrime el argumento de que, al margen del debate interno, su tecnología nuclear está aún entre las más avanzadas y seguras del mundo, por lo que la compartirá con los países que lo deseen.
«Es responsabilidad de este país compartir la experiencia y lecciones de la crisis de Fukushima con la comunidad internacional y contribuir a promover los niveles de seguridad nuclear», justificaba Noda el pasado diciembre.
En esta línea, el Parlamento japonés aprobó a finales del año pasado, en plena lucha para llevar los reactores de Fukushima a «parada fría», cuatro acuerdos de cooperación nuclear civil con Jordania, Rusia, Corea del Sur y Vietnam, cuya ratificación se había retrasado a causa de la crisis.
Gracias a estos pactos, Hitachi, Mitsubishi Heavy Industries y Toshiba esperan poder hacerse con contratos de construcción de centrales nucleares en Jordania y Vietnam, así como impulsar la exportación de componentes de reactores a Corea del Sur.
Con Vietnam, el Gobierno japonés ha retomado la negociación de un proyecto por valor de 1 billón de yenes (unos 12.382 millones de dólares) para construir dos reactores nucleares con la ayuda de un consorcio nipón JINED (International Nuclear Energy Development of Japan) establecido en 2010.
Entre los accionistas de este grupo está precisamente la eléctrica Tokyo Electric Power (TEPCO), operadora de la maltrecha Fukushima, además de otras eléctricas niponas y de Toshiba, Hitachi y Mitsubishi Heavy, junto con la Red de Innovación de Japón, una sociedad de capital mixto.
De salir adelante, el proyecto de Vietnam, que podría estar financiado con créditos a bajo interés otorgados por el propio Japón, se uniría a una docena de otros concursos en países como EEUU o China, en los que la industria nipona confía en tener presencia.
Además de los aprobados en diciembre, Japón mantiene en la actualidad acuerdos bilaterales nucleares siete países (Australia, Reino Unido, Canadá, China, Francia, EEUU y Kazajistán) y con la Comunidad Europea de la Energía Atómica (Euratom).
Y, según el Ministerio de Exteriores, hay negociaciones en vista para establecer acuerdos de cooperación nuclear civil con la India, Brasil, México, Turquía, Sudáfrica y Emiratos Árabes Unidos.
Con la India, un jugoso mercado en expansión, un eventual acuerdo se presenta aún más polémico puesto que este país, con arsenal atómico declarado, no es firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear y numerosos grupos civiles de Japón -único país que ha sufrido la bomba atómica- se oponen a las negociaciones. EFE