27 feb (EFE).- Pese a su récord de diecisiete nominaciones, la historia de amor entre Meryl Streep y la Academia solo se había materializado en dos premios y el último se remontaba a 1982. Hoy, «The Iron Lady» le ha llevado por fin al selecto grupo de actores con tres Óscar.
En el lado positivo estaban sus diecisiete nominaciones, aventajando en cinco cuerpos a Katherine Hepburn, con doce. En el negativo, catorce derrotas, que le habían hecho ironizar sobre el cansino ritual de estrenar vestido cada vez que la Academia tenía a bien incluirla entre las cinco finalistas.
Ahora, gracias a «The Iron Lady», la actriz de Nueva Jersey ha vuelto a tener en sus manos un Óscar, ese viejo amigo con el que siempre queda pero pocas veces se va a casa.
La primera sucedió en 1979, cuando era un rostro emergente gracias a «Kramer vs. Kramer», y con los nervios se le olvidó en el baño unas horas después.
Pasados tres años, repitió con «Sophie’s Choice», como protagonista y con partes habladas en alemán. Entonces se le cayó el discurso al subir al escenario donde le esperaba Sylvester Stallone. Después, casi treinta años de sequía y el sambenito de «la eterna nominada».
Muchos actores tienen dos Óscar, pero ahora Meryl es una de las cuatro que tiene tres. Y la única que les mira desde arriba es Katharine Hepburn, que tiene cuatro y, además, todos como protagonista.
Walter Brennan ganó sus tres Óscar entre 1936 y 1940 y todos como secundario. Ingrid Bergman recibió uno en 1944 -por «Gaslight»- otro en 1956 por «Anastasia», y un tercero en 1974 por «Murder on the Orient Express» como secundaria.
Jack Nicholson, el tercero en discordia, ganó en 1975 por «One Flew Over Cukoo’s Nest», en 1983 por «Terms of Endearment» -como secundario- y en 1997 por «As Good as It Gets».
Ahora, por fin, se suma Streep, que tiene muchas interpretaciones rutinarias en ese catálogo de nominaciones, pero también papeles tan inolvidables como los de «Out of Africa», «The Bridges of Madison County» o esa secundaria de lujo en «Adaptation», la que había sido su última condición de favorita al premio.
Sin embargo, no ha sido hasta que se ha metido en la piel de la ex primera ministra británica, Margaret Thatcher, cuando Hollywood ha recordado que, por muy acostumbrado que esté a su extraordinario talento, Meryl Streep merecía ser premiada una tercera vez.
«The Iron Lady», dirigida por Phyllida Lloyd -la realizadora de «Mamma Mia!»- y que ha recibido críticas más bien tibias, parecía tener la única función de reportar a Streep este Óscar, aunque las competidoras eran duras.
La antigua rivalidad con Glenn Close, con la que compitió por el Óscar en dos ocasiones -en 1987 y 1988-, se reavivaba en pleno siglo XXI con otra producción diseñada para lucimiento de su protagonista, también transformación física de por medio, pues en «Albert Nobbs» se viste de hombre.
El hecho de que Close no tuviera un Óscar con seis nominaciones le ha hecho unirse a otro selecto pero menos honroso club: el de las grandes perdedoras, junto a Thelma Ritter y Deborah Kerr.
Por otro lado, y en un año en el que la nostalgia parece el leit motiv de estos Óscar, la inicialmente osada pero finalmente deliciosa iniciativa de recrear a Marilyn Monroe en la gran pantalla, había ido acrecentando las posibilidades de Michelle Williams, que con películas de recorrido más bien minoritario lleva, a sus 31 años, tres nominaciones en seis años.
Y en los últimos días, las casas de apuestas se volcaban en un nuevo Óscar para una actriz negra -el segundo en categoría protagonista tras Halle Berry- para Viola Davis, que comenzó robándole a la propia Streep los elogios con una brevísima aparición en «Doubt» y que ahora borda su salto al protagonismo en «The Help».
Pero, finalmente, nada pudo con Meryl Streep, una dama de hierro con tres Óscar.EFE