Enerva la mediocridad e irresponsabilidad del plantel del Barcelona. La falta de entrega, de amor propio y de categoría. Estos “títeres” vestidos de corto, no han interpretado, la resposabilidad que encierra jugar en una de las instituciones más gloriosas e históricas que tiene el país futbolero. Repugna observarlos deambulando en la cancha, aceptando con indolencia cualquier resultado, mientras la tribuna sufre, torturándose con el inminente fracaso que se avecina y el doloroso descenso a la Serie “B”.
La dirigencia tiene un alto porcentaje de culpabilidad en esta debacle. Eduardo Maruri, los “angelitos” Noboa y todos cuantos han participado en este proceso, tendrán que dar la cara, en la triste hora del desastre. Todos ellos, excepto el “Pocho” Harb, se filtraron en el ídolo, con solapadas intenciones de utilizar el gancho popular de la entidad, para alcanzar notoriedad política, y lo consiguieron. Solo que a un alto precio: ‘El macabro derrumbe del ídolo del Astillero’. La historia y el pueblo torero , jamás olvidarán los nombres, de los sabios dirigentes, que construyeron a pulso el camino al despeñadero.
La hinchada debe huir de la amnesia, que permanente nos cobija por estos lares y tener siempre presente, a los “vivos de novela”, como el “Chelo” Delgado, que no ofrecieron nada y se llenaron los bolsillos de dólares, y que en el pico de su descaro, todavía le plantearon juicios millonarios para saquear las arcas sangrantes del otrora poderoso Barcelona.
La bola de paquetes con apellidos famosos, fueron un fiasco. No hay uno que se salve en ese “ramillete de sapos”. Ni el ‘Roli’, que ahora golea en Vélez Sarsfield, ni el ‘Mágico’ Samudio, que está perdido. Todos están de vacaciones.
Y en el capítulo de los técnicos, el balance es aterrador. Primero con el inefable Hugo Ever Almeida, que dejó una herencia pesada y un recuerdo amargo. Después, lo de Benito Floro, fue un despropósito, que sólo podía caber en la cabeza del publicista Maruri. El ‘gamberro’ fue más cocinero que técnico. Ya en el colmo de la calentura, trajeron al pobre ‘Chocho’ LLop. El ‘Kojak rosarino’ se debate entre la impotencia y la inseguridad. No da pie con bola, eso es evidente. Es cierto que es un plantel ingobernable, pero para los técnicos que no tienen pantalones. Los viejos hinchas canarios se revuelven en la historia. Los más jóvenes lloran de tristeza en las tribunas.
Por: Raúl Cruz Molina