28 ene (EFE).- El presidente de Ecuador, Rafael Correa, evocó el pensamiento del héroe liberal Eloy Alfaro, asesinado hace cien años en Quito, para dar aliento a la «revolución ciudadana» que pregona en su país.
En una jornada plagada de actos de conmemoración del centenario de la muerte del caudillo liberal, Correa dijo que las gestas revolucionarias de finales del siglo XIX y los alcances de los dos periodos de gobierno que dirigió Alfaro, también inspiran la gestión de su administración.
Recordó que Alfaro fue asesinado el 28 de enero de 1912 en una cárcel de Quito por una turba instigada por grupos poderosos de la época, que arrastró su cuerpo por las calles y le quemó en el céntrico parque de El Ejido.
«Cuando se quemaron sus restos, no sólo se pretendía acabar con la vida del más grande ecuatoriano de todos los tiempos sino también su obra revolucionaria», señaló Correa en una ceremonia al pie del monumento a Alfaro en El Ejido.
Ese episodio, conocido como «La hoguera bárbara», fue instigado, según el mandatario, por los mismos grupos poderosos y oligárquicos que ahora critican su gestión.
No obstante, afirmó que «la bárbara hoguera» en la que sucumbió Alfaro «se convirtió en lumbre permanente» y en referente de la «revolución ciudadana».
«Todos sabemos quiénes fueron los asesinos de Eloy Alfaro», agregó el jefe del Estado, que en la mañana presidió una sesión solemne en la ciudad de Montecristi, en la provincia costera de Manabí, cuna del llamado «Viejo Luchador».
En esa sesión, incluso advirtió de una eventual conspiración en su contra, a la que denominó «operación revancha», aunque no dio más detalles de sus sospechas.
Sólo dijo que son grupos «traidores a la Patria» que supuestamente intentarían reeditar otro episodio como el alzamiento policial del 30 de septiembre de 2010, que el Gobierno interpretó como un intento de golpe de Estado, aunque la oposición la considera una protesta salarial que se salió de control por culpa de Correa.
En esa ocasión, Correa acudió al foco de la protesta en Quito para tratar de disuadir a los manifestantes, pero fue agredido y retenido nueve horas en hospital de la institución, de donde sólo pudo salir tras una operación militar desarrollada en medio de un intenso tiroteo.
Correa remarcó que a su revolución «no la para nada ni nadie» y reiteró que son los poderes fácticos los que se oponen a los cambios que impulsa, como en su momento ocurrió con Alfaro.
En El Ejido, Correa dijo que ese sitio es un «testigo silencioso de uno de los crímenes más atroces» de la historia nacional, aunque insistió en que el pensamiento de Alfaro «está más vivo que nunca».
«Usted está vivo ‘Don Eloy’, usted forma parte de nuestro presente y futuro, con usted estamos haciendo esta revolución», agregó el mandatario, que hoy recibió la espada de Alfaro de manos de integrantes de un extinto grupo guerrillero que ahora apoya su gestión.
Los actos de homenaje a Alfaro contaron con la presencia de autoridades latinoamericanas, entre las que figuraron los cancilleres de Nicaragua, Samuel Santo; de Paraguay, Jorge Lara Castro; y de Venezuela, Nicolás Maduro.
Asimismo, la secretaria general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la colombiana, María Emma Mejía; de la Comunidad Andina, el boliviano Adalid Contreras; y el presidente del Parlamento Latinoamericano, el panameño Elías Castillo.
También los vicecancilleres de Argentina, Eduardo Zuain; de Cuba, Marcelino Medina; de El Salvador, Carlos Castañeta; y de Perú, José Antonio Meier.
Alfaro combatió al conservadurismo durante 30 años en el siglo XIX y alcanzó la presidencia del país en dos periodos: de 1897 a 1901 y de 1906 a 1911.
Como presidente separó a la Iglesia de las decisiones del Estado, promovió la educación laica, construyó el ferrocarril que unió la costa y la sierra andina, impulsó los derechos de la mujer, desarrollo la producción y llevó adelante una reforma agraria. EFE