El acoso escolar es cualquier forma de maltrato producido entre escolares de forma reiterada. El maltrato puede ser físico o psicológico.
Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en el aula y patio de los centros escolares. Los protagonistas de los casos de acoso escolar suelen ser niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia, aproximadamente 12 o 13 años, siendo ligeramente mayor el porcentaje de niñas en el perfil de víctimas.
Según María Naranjo, madre de familia, los niños resultan ser crueles, sobre todo si alguno de ellos tiene alguna característica física particular.
Ella tuvo que acudir al establecimiento educativo de su hijo menor, cuando se enteró que éste había sido agredido por uno de sus compañeros.
“Mi hijo es gordito por eso simpre le han molestado, pero tampoco es para que le maltraten”, afirmó la madre de familia.
El objetivo de la práctica del acoso escolar es intimidar y consumir, emocional e intelectualmente a la víctima.
En ocasiones, el niño que desarrolla conductas de hostigamiento hacia otros busca obtener el reconocimiento y la atención de los demás. Llegando a aprender un modelo de relación basado en la exclusión y el menosprecio de otros.
Con mucha frecuencia el niño o niña que acosa a otro compañero suele estar rodeado muy rápidamente de una banda o grupo de acosadores que se suman de manera unánime y gregaria al comportamiento de hostigamiento contra la víctima.
Ello es debido a la falta de una autoridad exterior por ejemplo, un profesor o un familiar que imponga límites a este tipo de conductas, proyectando el acosador principal una imagen de líder sobre el resto de sus iguales seguidores.
A menudo la violencia encuentra una forma de canalizarse socialmente, materializándose en un mecanismo conocido de regulación de grupos en crisis.
Destruir al que no es seguidor, al que se resiste, al diferente.
También se excluye de la participación al niño acosado. El ‘tú no’, es el centro de estas conductas con las que el grupo que acosa segrega socialmente al muchacho.
Al tratarlo como si no existiera se produce el vacío social en su entorno. Lo que le produce problemas psicológicos y sobre todo de auto aislamiento.