Más de mil peregrinos acompañan a la Virgen desde El Cisne hasta Loja. Ceremonias y ritos religiosos se ofrecen en su honor. Historia y sacrificio.
La Virgen de El Cisne es una de las imágenes más veneradas del Ecuador. Se caracteriza porque su devoción no sólo se encuentra entre quienes viven en esa parroquia, sino que se expande por todo el Ecuador y alrededor del mundo.
SIGLOS DE HISTORIA
Indígenas del pueblito de El Cisne viajaron a la ciudad de Quito con la finalidad de solicitar a Diego de Robles la elaboración de una imagen de la Virgen de Guadalupe. Sin embargo, Diego de Robles talló la imagen de una virgen venerada en el santuario de la Provincia de Cáceres en España. En 1594, al poco tiempo de establecerse con la imagen en este pueblo, azotó a la región una fuerte sequía, razón por la cual Don Diego Zorrilla, Auditor de la Real Audiencia de Quito ordenó que todos los moradores de El Cisne se trasladaran a otro sitio, los indios obedecieron totalmente, pero se llevaron con ellos a la venerada imagen de la virgen.
Se cuenta que poco tiempo después se desencadenó un fuerte huracán que arrancó árboles, destrozó casas y destruyó sembríos. Los indígenas pensaron que era una maldición de la Virgen por haberla sacado de El Cisne, por lo que volvieron a su tierra a pesar de la oposición de las autoridades. Ese mismo año, los indígenas levantaron un santuario a la Virgen, que fue el primero. Luego vinieron otros hasta que en 1934 fue construido el que se mantiene hasta la actualidad bajo el cuidado de la Misión de Padres Oblatos.
PEREGRINACIÓN
La devoción a la Virgen del Cisne fue creciendo, gracias a las peregrinaciones que la gente realizaba para ver y rezar frente a su imagen, hasta que mediante decreto de Simón Bolívar, se establece la visita de la imagen de la Virgen del Cisne a la ciudad de Loja, cuya llegada se produce el 20 de agosto de cada año, permaneciendo en la ciudad hasta el 3 de noviembre.
RÍOS DE FIELES
La travesía dura cuatro días, haciendo paradas en San Pedro de la Bendita, Catamayo, ‘La Toma’, hasta llegar a la capital lojana.
Los fieles acampan en cada estación, para continuar al día siguiente con la caminata. En su arribo a Loja se ofrece una misa multitudinaria en la Catedral de la Ciudad. Fuegos pirotécnicos y danzas se preparan en su honor.