El viaje es un poco largo. Tras pasar varias parroquias del Valle de los Chillos, la alegría y el compañerismo de los habitantes de La Merced, reciben a todos los visitantes.
Los lugareños son descendientes de los huasipungueros de las haciendas La Merced, La Cocha y Santa Ana.
Después de la Reforma Agraria de 1964, les fueron entregadas las tierras aledañas al monte Ilaló, y ya en la presidencia de Rodrigo Borja pudieron legalizar sus terruños, donde fueron forjando su historia, entre costumbres indígenas y españolas.
Su patrona, la virgen de La Merced, es el motivo de una de sus mayores celebraciones, así como la de Corpus Christi.
En esta fiesta se evidencia la simbiosis de la religión católica con la idiosincracia prehispánica, según cuenta David Chuquimarca, quien nació en La Merced hace ya varias décadas. Entre risas comentó, que esta población siempre se ha caraterizado por ser fiestera, pues cada mes hay alguna celebración.
Con tono de autoridad hizo que los jóvenes presentes ‘dieran la lección’ sobre los personajes de de la emblemática fiesta del Corpus y sus representaciones.
El sábado de vísperas se realiza la quema de las chamisas y del mechón, que es un tejido con alambre de púas y telas viejas.
Al siguiente día, los ‘mamitas’ al son de sus pingullos y el tambor, hacen la convocatoria para que la gente salga de sus casas para festejar. Este instrumento se asemeja a una flauta dulce, pero es realizado con bambú o un hueso de ave grande.
Enseguida se les unen los ‘Sacha Runas’, personajes cubiertos con musgo de pies a cabeza, que representan al monte y a la naturaleza y llevan entre la maleza, los frutos que la tierra les regala.
De a poco van apareciendo los ‘soldados’ que representan la rebeldía de los indígenas, ante la dominación española.
Los ‘Rucos’ que son los jefes del pueblo. Seguidamente llegan los ‘Yumbos’ que represntan a los antepasados indígenas y llevan en sus manos una canasta con diversos frutos de la cosecha.
La Palla y el Pallo son los personajes más importantes de la celbración ya que representan a la madre naturaleza y al sol respectivamente, quienes permiten la existencia de los seres humanos, según la cosmovisión indígena.
El ‘mayoral’ tradicionalmente servía de contacto entre los hacendados y los trabajadores. Y ahora son quienes llaman a las celebraciones.
David Chuquimarca, cuenta que pasó muchos años fuera de su tierra, pues vivió en un hacienda cercana, pero jamás se olvidó de sus raíces, por lo que ha emprendido un programa para socializar entre los jóvenes, las tradiciones de los hijos del Ilaló.