En una crónica, convirtió su historia el medallista de oro olímpico Jefferson Pérez, al contarla para sus casi treinta mil seguidores a través de su cuenta de Twitter.
Minuto a minuto, fue descrito por el deportista. Pero sin duda el mensaje más sentimental fue cuando agradeció a su madre por convertir a un simple vendedor de periódicos en el mejor marchista del mundo. Pérez manifestó la falta de recursos con la que consiguió su presea. Pero agradeció con amor a Dios, por haberlo sostenido durante el trayecto.
“Al llegar a la meta sentí la mano de Dios, tomándome. No me desmayé, fue el éxtasis sentimental que me doblegó”, indicó.