(EFE).- Argentina con Lionel Messi, Brasil con Neymar y Paulo Henrique Ganso y Uruguay con Diego Forlán encabezan el menú de una irresistible Copa América que se transmitirá por televisión a 198 países y que pretende convocar a casi 800.000 espectadores en los ocho estadios que la albergarán.
Messi es el mejor del planeta, coleccionista de títulos y Balón de Oro; Neymar y Ganso campeones de la Copa Libertadores y máximos referentes de la renovación del «jogo bonito» brasileño y Forlán el mejor jugador del último Mundial.
Para empezar, el coste de los boletos, el «pay per view» y las trasnoches frente a la televisión en Europa, por ejemplo, se justifican.
Argentina, que ante Bolivia inaugurará este viernes la competición, es la favorita de aquellos que la ven como la más capacitada para triunfar, de los que entienden que en casa no se le puede escapar el título y de quienes liberan presiones y se la cargan al que lleva la mochila más pesada.
Los argentinos asumen la «obligación» que tienen de ganar el torneo después de 18 años sin títulos, el último de ellos en la Copa América de Ecuador’93, y admiten, como ha dicho el medio centro Javier Mascherano, que «es hora de ganar algo».
Brasil acude al torneo con los dos títulos recientes en su poder (2004 y 2007) y, finalizado el ciclo de Dunga, con Mano Menezes en el banquillo, el seleccionador que ha decidido renovar el equipo con futbolistas que tienen, además de talento, ilusiones propias de la juventud y hambre de gloria.
La selección de Uruguay se presenta en el torneo prácticamente con la misma plantilla que contra todo pronóstico llegó a las semifinales de la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010.
«Uruguay no se siente mas que nadie y concurrirá al torneo para generar problemas a todos. La ilusión es hacer una buena Copa América e ir paso a paso», de cara a las eliminatorias, ha afirmado el seleccionador Oscar Tabárez.
«Si somos mejores, deberemos demostrarlo en el campo, el resto son solo frases hechas», agregó.
En Paraguay calaron hondo las afirmaciones del seleccionador Gerardo Martino, quien ha dicho que al equipo que dirige y a él mismo jamás se les ocurriría ir a un torneo «para ver qué pasa», y que su objetivo es ganar.
Los cambios fueron bruscos en los últimos tiempos en Chile. Dimitió Marcelo Bielsa como seleccionador y asumió Claudio Borghi, quien ha afirmado que «sería extraordinario» ganar la Copa América, con un equipo «muy respetado, que puede aspirar al título».
Como otros seleccionadores, Borghi proclama que su gran objetivo no es la Copa América, sino la clasificación para el Mundial 2014, lo mismo que ha dicho en reiteradas ocasiones Hernán Darío Gómez, responsable de la selección de Colombia.
«La Copa América todo el mundo la quiere ganar y yo también, como quiero ganar todos los partidos que jugamos, pero moriría si no voy al Mundial; en cambio, si me va mal en la Copa América no me muero», ha asegurado el «Bolillo».
Mucho siente Perú la baja por lesión del goleador Claudio Pizarro, pero el seleccionador Sergio Markarián reitera que utilizará la Copa América como un laboratorio de ensayos para las eliminatorias, mientras que el necesario cambio generacional de futbolistas para la selección complica al técnico de Ecuador, Reinaldo Rueda.
César Farías pretende que Venezuela descargue lo mejor que tiene en esta Copa y que vuelva a hacerlo en la fase de clasificación para el próximo Mundial, al afirmar que tiene a su cargo a un grupo «de altísimo nivel y rendimiento».
Gustavo Quinteros está consolidado como seleccionador de Bolivia, y desde que llegó hace casi tres semanas a Buenos Aires todos sus mensajes han sido optimistas. «Vamos bien, no nos podemos quejar», afirma, y hasta se atreve a anunciar que mañana no hará marcajes personales a Messi.
Costa Rica y México participarán con equipos de emergencia debido a otros compromisos contraídos con anterioridad a las invitaciones que recibieron de la Conmebol para competir en Argentina y, en el caso de los mexicanos, por problemas disciplinarios adicionales.
Con el ñandú como mascota, la 43 edición del torneo de selecciones de fútbol más antiguo del mundo espera generar un movimiento económico de 1.000 millones de dólares, el doble de Venezuela 2007.
Comienza este viernes con el partido número 700 en la historia de la competición. EFE