Los escándalos debidos al envenenamiento por plomo se multiplican en China, a pesar del compromiso público del Gobierno para atajarlos. Esto se ha convertido en un nuevo foco de inestabilidad social en el país asiático, donde los gobiernos locales ocultan con frecuencia las intoxicaciones. Más de 600 personas han dado niveles altos del metal pesado en la sangre en la población de Yangxunqiao. Las víctimas son trabajadores de fábricas que producen papel de estaño y algunos de sus hijos. Éste es el último caso de un problema que afecta a muchas poblaciones en China, donde los vecinos viven muy cerca de factorías con condiciones de seguridad laboral mínimas y talleres que compiten para fabricar lo más barato posible. El escándalo se suma a los registrados en los últimos meses en esta y otras provincias de China, donde el rápido crecimiento de la economía y el afán por el beneficio inmediato han causado serios problemas medioambientales.