Pablo, 34 años. Me obligaron a casarme cuando solo tenía 18 años. Nunca estuve realmente enamorado de mi esposa y tampoco lo estoy ahora. En todo este tiempo he tenido varias amantes, que me han movido el piso y me han llenado de pasión. La relación con mi esposa es muy tranquila, no peleamos, pero tampoco hacemos el amor. Ella no me despierta ni un mal pensamiento. Siento que la quiero mucho y la respeto. Es una buena y dulce mujer. Por nada del mundo quiero hacerle daño. Ella no sabe de mis amantes y nunca le he dicho lo que siento. No me perdonaría verla sufrir por mi culpa. No sé cuanto tiempo más pueda seguir con esta farsa.
Mi querido Pablo:
Tal vez, ella siente lo mismo que tú. Te aseguro que se da cuenta de que no la deseas. Es mejor que trates de romper la momotonía, de pronto puedas revivir el fuego y salvar tu matrimonio.
Tu amiga Conchita