La declaración de Schuman el 9 de mayo de 1950 marca la celebración desde 1985 del Día de Europa, que supuso la puesta en marcha de un proyecto común entre los países europeos. Hace 61 años se creó el germen de lo que ahora es la Unión Europea.
El entonces ministro de Asuntos Exteriores francés, Robert Schuman, fue el que lideró en un primer momento la creación de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA), un organismo supraestatal integrado inicialmente por Francia y Alemania (occidental) y a la que posteriormente se sumaron Bélgica, Italia, Luxemburgo y Holanda.
Sin embargo, los sueños de los padres fundadores de la UE, basados en una economía y mercado comunes, se están viendo cuestionados a raíz de la reciente crisis económica (rescates de Grecia, Irlanda y Portugal) y la crisis humanitaria existente en el Mediterráneo. Reto económico La solidaridad económica, uno de los motores que motivaron la creación de la UE, está siendo ahora el germen de numerosas disputas entre algunos países miembros de la Unión.
Los rescates financieros de Grecia, Irlanda y Portugal han debilitado considerablemente a la zona euro, y este problema se agrava todavía más con las recientes especulaciones sobre una renegociación de la deuda griega (cuyas ayudas ascendieron a 110.000 millones de euros por un periodo de tres años a cambio de un estricto programa de reformas para reducir su déficit).
Europa precisa de ‘reformas estructurales’ y ‘solidaridad’ comunitaria para salir adelante Sobre este punto, el primero en discrepar ha sido Finlandia. El espectacular avance de la ultraderecha en las últimas elecciones está haciendo tambalear la estabilidad de Europa al haber amenazado con no participar en más rescate financieros, incluido el de Portugal. Hasta ahora, Finlandia había concedido más de 1.500 millones de euros en préstamos para ayudar a otros países europeos.
El segundo en discordia es el Reino Unido. Su ministro de Finanzas, George Osborne, dejaba entrever una entrevista a la BBC la posibilidad de que Atenas necesitase asistencia adicional procedente de la zona euro para su plan de financiación. Al mismo tiempo, confirmaba que el Reino Unido no pensaba ayudar más al país heleno.
Las actitudes británica y finlandesa se contradicen con la mostrada este lunes por el portavoz del Gobierno alemán, Steffen Seibert, quien reconoció que «Europa se encuentra en una situación difícil» en el ámbito financiero y que precisa de «reformas estructurales» y «solidaridad» comunitaria para salir adelante. Si España cae, la Eurozona podría verse amenazada El agravamiento de la crisis griega también ha reavivado los temores de un contagio a España, que se habían calmado tras el rescate de Portugal, según publicaba este lunes el periódico británico Financial Times.
«Si España cae y necesita préstamos de rescate, el conjunto del proyecto de la eurozona podría verse amenazado», alerta el FT. Sin embargo, el Gobierno alemán alejó este lunes a España de Grecia, Irlanda y Portugal al considerar que ha adoptado un programa «muy estricto» de reformas económicas.
¿Fin de la moneda única? Ya en octubre de 2010 Alemania se convirtió en el primer país que amenazó con salir del euro. La canciller alemana, Angela Merkel, advirtió a sus socios europeos en una reunión en Bruselas de que Alemania podría plantearse abandonar el euro si no alcanzaban un acuerdo para establecer un nuevo régimen para la moneda única.
Nadie va a abandonar una moneda que ofrece ventajas Durante aquella reunión, Merkel se vio envuelta en una discusión con su homólogo griego, George Papandreou, sobre cómo lograr un acuerdo para establecer un sistema permanente de rescate en el que se contemplara la participación de los inversores privados.
Ahora es Grecia el país que está en el foco de atención, sobre todo desde que el prestigioso semanario alemán Der Spiegel publicó la pasada semana que Grecia sopesaba abandonar la eurozona para volver al dracma, una información que Atenas ha negado en rotundo.
Sobre si la UE tiene un plan B ante la posibilidad de que algún Estado deje el euro ha hablado este lunes el vicepresidente de la Comisión Europea, Joaquín Almunia, quien ha precisado que «nadie va a abandonar la moneda y esa decisión sería completamente ignorar las insoportables dificultades» de abandonar una moneda que ofrece ventajas. El portavoz del Ministerio de Finanzas germano, Martin Kotthaus, ha intentado también dar por zanjado el asunto de la reestructuración de la deuda griega al decir que esta posibilidad «no se debate» y que cualquier argumentación en ese sentido es «especulativa».
Reto social Pero el económico no es el único flanco débil de la UE. El sueño de una Europa sin fronteras también se ha agravado por la crisis migratoria en el Mediterráneo. Las revueltas en el mundo árabe han propiciado la llegada masiva de inmigrantes norteafricanos a la costa italiana, en concreto a la isla de Lampedusa.
La situación se complicó cuando Francia suspendió temporalmente el servicio de trenes con Italia, provocando la tensión entre ambos países, que desencadenó en una propuesta de la mano de Sarkozy y Berlusconi para revisar el Tratado de Schengen de libre circulación de ciudadanos. El presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, fue el primero en respaldar a Francia e Italia, y posteriormente Bruselas concretó un conjunto de propuestas para mejorar el funcionamiento del acuerdo Schengen, entre las que se incluye la posibilidad de reintroducir los controles fronterizos entre los estados miembros para afrontar situaciones como la llegada de una oleada de indocumentados.
Sobre una mejora en la gestión de la inmigración también ha hablado este lunes, con motivo de la celebración del Día de Europa, el vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien considera que tanto la inmigración como el abastecimiento energético son algunos de los «desafíos» a los que todavía se tiene que enfrentar la UE.