EFE.- Santiago Quintero, uno de los escaladores más importantes de Ecuador, emprenderá esta semana una hazaña que sólo han logrado otras nueve personas en el mundo y ningún ecuatoriano: conquistar sin oxígeno los 14 picos de más de 8.000 metros de altura.
Quintero viajará esta semana a Nepal, con una breve escala en España, para acometer el ascenso del Cho Oyu o la «Diosa Turquesa», de 8.201 metros de altitud.
Lo hará sin oxígeno ni tampoco los dedos de sus pies, que le fueron amputados en 2002, cuando se le congelaron al escalar la pared sur del Aconcagua sudamericano (6.962 metros).
Unas prótesis y el apoyo de su esposa Claudia, que le acompañará algunos tramos de su travesía, son las que ahora le han dado la fortaleza necesaria para encarar la cordillera más alta del planeta.
Su proyecto se llama «Los 14 ochomiles, Ecuador en todo lo alto», y su objetivo, además de cumplir un reto personal, es dejar la bandera de su país en la cima del mundo.
Emprenderá el ascenso de nueve de ellos desde Nepal y cinco desde Pakistán, y empezará por la «Diosa Turquesa», llamada así por los aldeanos tibetanos que recogen de ella pequeñas piedras de ese color para confeccionar artesanías.
Claudia le acompañará hasta el campamento base y desde allí Quintero irá con un sherpa en busca de la cima, a la que no pudo llegar en 2010, ya que a falta de unos 20 metros para la cumbre tuvo que regresar, con mucha resignación, por las condiciones meteorológicas adversas.
En junio, el ecuatoriano prevé ascender al Gasherbrum II, de 8.034 metros, con la compañía del argentino Hernán Wilke, con quien coronó el Makalu (8.463) en 2008.
Esa va a ser su media, dos ochomiles por año, un proyecto que piensa que le costará unos 800.000 dólares por las catorce cumbres, que sólo han logrado sin oxígeno nueve escaladores.
El ecuatoriano quiere ser el décimo, pero el primero sin dedos en los pies, una discapacidad que para él parece más un juego de palabras que una realidad.
«Cuando me dijeron que nunca más podría volver a caminar, proponerme un proyecto que sólo lo han hecho nueve personas en el mundo» es algo «excepcional», que pretende demostrar que los ecuatorianos «somos más que campeones».
«Mientras más jodido se pone, yo actúo mejor», asegura Quintero, quien no esconde que le «gusta muchísimo estar bajo presión» y más si es en su medio, la montaña.
Por eso, una de sus mayores fijaciones es el K-2, «la montaña más difícil del mundo», cuya imponente imagen, encuadrada en madera, adorna una pared de su residencia en Quito.
El ecuatoriano no sólo desborda confianza, sino que en cada gesto expresa su emoción cuando habla de sus montañas, las de su país y las del exterior, con las que tiene una sinergia mágica.
«Antes -dice el escalador-, yo pedía permiso a la montaña» para poder ingresar en ella, pero ahora supone que «la montaña te siente, como un perro».
«Cuando vas en calma» ella hace lo mismo y se crea una sinergia entre ambos, agregó Quintero, tras recordar su última cumbre, el Cayambe, de 5.790, en el noreste de Quito.
Quintero subió ese volcán, el que conoce casi de memoria, en su último ascenso de preparación. Lo hizo junto con su perro Baldo, que también coronó esa montaña, algo que según el escalador es «único en el mundo».
Recuerda que ambos subieron hasta una altura en la que las nubes cubrieron por completo la visibilidad, lo que hacía muy difícil encontrar la ruta.
«Se encapotó y entonces le dije: Mira niña (a la montaña), si quieres que suba, te agradezco, pero si no, también, y entonces empezó a abrirse y llegamos a la cumbre», recuerda.
Por eso está seguro de cumplir su meta, los catorce «ochomiles»: Everest (8.848), K-2 (8.611), Kangchenjunga (8.586), Lhotse (8.516), Makalu (8.485), Cho Oyu (8.201), Dhaulagiri (8.167), Manaslu (8.163), Nanga Parbat (8.125), Annapurna I (8.091), Gasherbrum I (8.080), Broad Peak (8.051), Gasherbrum II (8.034) y Shishapangma (8.027), los 14 «ochomiles». EFE