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París, 15 mar (EFE).- El G8 cerró hoy su cumbre ministerial de Exteriores con un acuerdo sobre la necesidad de incrementar las presiones para incitar la salida del líder libio Muamar al Gadafi, pero sin ninguna decisión concreta sobre cómo lograr que abandone el poder.

Los representantes de Francia, Alemania, Canadá, Estados Unidos, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia se mostraron cautos en la toma de cualquier acción sin el consentimiento del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, de la Liga Árabe y de los países de la región, y se limitaron a mostrar su apoyo a las reivindicaciones del pueblo libio.

«Los ministros han pedido a Gadafi el respeto de las legítimas reivindicaciones de la población, de la libertad de expresión y de una forma representativa de Gobierno, y le han advertido de las dramáticas consecuencias de una negativa por su parte», según la declaración final.

En ese comunicado subrayaron la importancia de la participación regional en los esfuerzos por apoyar al pueblo libio, y mostraron su acuerdo en que el Consejo de Seguridad «incremente la presión para incitar la salida de Gadafi, incluyendo medidas económicas».

El titular galo de Exteriores, Alain Juppé, destacó que este encuentro se ha mantenido en un momento marcado por «cambios históricos» en el mundo árabe, sobre los que mostró la disposición del G8 para «ayudar a las transiciones democráticas pacíficas y a redinamizar su cooperación con los países de la región».

«En particular, si Egipto y Túnez lo desean, se está dispuesto a asistirles principalmente en la organización rápida y el seguimiento de procesos electorales justos, democráticos y transparentes», así como en la gestión de «los desafíos económicos y sociales» de la zona.

Los ministros abordaron la situación en Japón tras el terremoto y posterior tsunami del viernes, y ofrecieron al país «toda la ayuda necesaria».

El ministro nipón de Exteriores, Takeaki Matsumoto, reconoció en rueda de prensa que «la situación sigue siendo difícil» y que el Gobierno «hace todos los esfuerzos posibles», pero pidió al resto de sus homólogos que tengan «sangre fría» ante la crisis nuclear en su país.

El resto de la actualidad internacional también fue objeto de discusión en estas cerca de cinco horas de trabajo, al término de las cuales el G8 expresó, entre otras, la «extrema preocupación» por el bloqueo del proceso de paz en Oriente Medio, estancado desde septiembre, y la necesidad de que las partes «se abstengan de toda acción unilateral».

Esta reunión ha servido para preparar la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del G8 en Deauville (norte de Francia) el 26 y el 27 de mayo próximo, y se ha llegado también al compromiso de renovar su partenariado con los países africanos.

Mostraron «su gran y constante inquietud ante la seria amenaza que constituye la piratería» en Somalia y deploraron «la violencia y la inseguridad persistentes» en regiones de Sudán como Darfur, e hicieron un llamamiento al diálogo.

Francia, presidenta de turno del G8 por sexta vez desde su creación en 1975, aprovechó la ocasión para tratar sus prioridades durante su mandato, como el refuerzo de la cooperación en materia de combate contra el terrorismo y contra la proliferación de armas de destrucción masiva.

Así, los ministros se mostraron de acuerdo «en no ahorrar ningún esfuerzo» en la lucha contra ambos fenómenos, y consideraron positivo que «numerosos países», en particular de África, se hayan unido a ellos en este «desafío común».

Igualmente señalaron que «la persistencia del no respeto por Irán de sus obligaciones definidas por las seis resoluciones del Consejo de Seguridad y del Consejo de Gobernadores de la Agencia Internacional de Energía Atómica es fuente de gran preocupación».

Este encuentro fue precedido de una cena de trabajo anoche en la sede del ministerio de Asuntos Exteriores, así como de una recepción por parte del presidente francés, Nicolas Sarkozy, que se entrevistó también con la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton. EFE

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