Vie. Nov 22nd, 2024

Washington, 1 mar (EFE).- Unos ácaros atrapados en ámbar mientras copulaban hace unos 40 millones de años, prueban una inversión de los papeles sexuales, por la cual las hembras eran más poderosas que los machos, según un artículo que publica hoy la revista Biological Journal of the Linnean Society.

Los investigadores Pavel Klimov, de la Universidad de Michigan, y Ekaterina Sidorchuck, del Instituto de Paleontología en la Academia Rusa de Ciencias, describen una especie extinta de ácaros en la cual los papeles sexuales tradicionales estaban invertidos.

«En esta especie es la hembra la que tiene el control completo o parcial del apareamiento», dijo Klimov, un investigador científico asociado en el Museo de Zoología de la UM.

«Esto contrasta con el comportamiento reproductivo actual de muchas especies de ácaros en las cuales casi todos los aspectos de la copulación los controlan los machos», añadió.

En los ácaros como en otros animales, incluidos los humanos, la contienda de los sexos se ha mantenido a lo largo de toda la historia de la evolución.

Cada género lucha para dominar asegurándose la protección de sus intereses. En el caso de los ácaros los machos se benefician forzando a las hembras a aparearse y asegurándose de que otros machos no se apareen con ellas.

El hostigamiento de las hembras renuentes, la custodia de las hembras antes y después del apareamiento y el combate con los machos competidores son comportamientos típicos.

Por su lado las hembras ganan una ventaja en la evolución si tienen algún control sobre aspectos del apareamiento, lo cual les les permite elegir a machos superiores, y rechazar a los perdedores, y les ahorra el desgaste de estar sujetas al hostigamiento, la custodia y la copulación frecuente.

En la especie de ácaro extinta Glaesacarus rhombeus el macho carece de los órganos especializados para sujetarse a las hembras que pueden verse en los ácaros actuales.

La hembra sin embargo tiene una protuberancia como una almohadilla en su trasero que le permite controlar esa sujeción. Una pareja de ácaros copulando, notablemente preservada en el ámbar, dio a Klimov y Sidorchuk una idea de cómo funcionaba el aparato.

Las estructuras que se encuentran en algunos ácaros que viven actualmente también muestran evidencias de control femenino sobre el apareamiento, señaló Klimov. «Mostramos que algunos linajes han desarrollado tubos copulatorios femeninos que funcionan como un pene». EFE

Por adm