Vie. Nov 22nd, 2024

Superior en el juego, inferior en el resultado. Ese sentimiento resume lo vivido por el Barcelona en el Emirates, donde perdió la ida de los octavos de final (2-1) y se fue con la idea de haber dejado con vida al equipo de Arséne Wenger.

Vivió el Barcelona nuevamente su particular síndrome de la ida de octavos de final. El equipo azulgrana, desde la llegada de Pep Guardiola, es incapaz de firmar un buen partido completo en la ida de esta ronda, pero hasta ayer nunca había perdido.

Había sumado empates en Lyon (1-1) y en Stuttgart (1-1), en sendos partidos en los que el Barça había visto peligrar el partido y, durante muchos minutos, también la eliminatoria, aunque ante el Arsenal la historia fue a la inversa.

Al final, los catalanes siempre han sacado a relucir su calidad y golearon a los rivales de turno con grandes exhibiciones: 5-2 al Olympique y 4-0 a los alemanes.

Anoche, después de empezar mal, los azulgrana se rehicieron y dominaron completamente la situación. Llegó el gol de Villa en el primer tiempo, un tanto de Leo Messi, mal anulado por el árbitro, y unas cuantas ocasiones no concretadas por el argentino.

Que en la segunda mitad el Barça no emitía buenas señales se comprobó con el primer cambio introducido por Guardiola. Entró Keita por Villa en el minuto 68 y lo que debía ser mayor frescura en la medular, se transformó en una pista para Wenger: seguramente el equipo azulgrana andaba justo en lo físico.

Y fue entonces cuando entró Arshavin y poco después Bendtner. El Barça, sin que el Arsenal pudiera discutirle el balón, no cerró el partido y en la Champions y frente a rivales de empaque es una obviedad que los errores se pagan.

Los azulgrana fallaron ante Szczesny y en defensa. Van Persie sorprendió a Valdés en el 1-1. «No pensaba que chutaría a gol», dijo el meta. Cinco minutos después y con el Barça lanzado al ataque, Arshavin culminó una contra para conseguir el 2-1, un botín excesivo para los méritos de unos y de otros.

El gol de Villa le ofrece garantías al Barcelona con vistas a la vuelta en el Camp Nou, donde habitualmente noventa minutos siempre se hacen muy largos.

Aunque la historia determina que de las cinco ocasiones en las que el Barça ha afrontado la vuelta en el Camp Nou con un 2-1 en contra, los catalanes han solventado la eliminatoria en tres.

Pasó ante el Amberes, el Ipswich Town y el Hannover y cayó frente al Leeds, en las semifinales de la Copa de Europa (1974-75), y ante el Athlétic en los cuartos de final de la Copa de la UEFA (1976-77).

Y después está la percepción que se tiene en el entorno azulgrana sobre los arbitrajes europeos que ha sufrido el equipo en las dos últimas temporadas.

Después del discutido arbitraje de Tom Henning Ovrebo en la vuelta de semifinales ante el Chelsea (temporada 2008-2009), en un partido en el que los ‘blues’ se quejaron por las decisiones del danés, el Barcelona se ha sentido perjudicado en las dos últimas temporadas.

En la pasada por el arbitraje del portugués Olegario Benquerença en la ida de semifinales del año pasado ante el Inter de Milán y en la presente por las decisiones del italiano Rizzoli en el encuentro de anoche en el Emirates.

Xavi Hernández y Pep Guardiola no se han puesto de acuerdo en este punto. El capitán pidió analizar los propios errores antes que los arbitrales: «Tenemos que ser autocríticos, porque nos teníamos que haber llevado otro resultado», mientras que la opinión de Guardiola fue diferente.

Inicialmente el entrenador dejó caer que las decisiones arbitrales «también influyen», aunque no quiso concretar nada al respecto. Después se dio cuenta de su error: «No haría un bien al club si hablase de esto».

Los barcelonistas saben el valor que tiene el gol de Villa y que con un mínimo 1-0 estarán en cuartos de final. Cesc Fàbregas insiste en que en el Camp Nou «nunca eres favorito». Seguramente al capitán ‘gunner’ también le vino a la cabeza la frase: «Noventa minutos en el Camp Nou son muy largos».

EFE.

Por ccarrera