La contaminación en las zonas aledañas a las refinerías y pozos petroleros es cada vez más preocupante. La salud de los habitantes se ve cada vez más afectada.
El petróleo, que por una parte ha sustentado en alto grado la economía del país, también resulta un arma de doble filo. Es hora de que tanto petroleras y el propio Petroecuador tomen consciencia social y ambiental dentro de sus visiones y políticas de empresa.
Si bien es cierto, que el último derrame se produjo por las fuertes lluvias que azotan la costa ecuatoriana, se debió prevenir con la oportunidad del caso. Debería existir un área de contingencia para que se ocupe de estos temas. No es posible solo lamentarse por lo ocurrido, pues a pesar de que se limpie el lugar, la contaminación deja secuelas. El crudo de petróleo es totalmente tóxico, lo que desencadena en enfermedades y problemas genéticos en los habitantes de esas zonas. Hay que afrontar el problema con certeza. La consciencia social es más importante que las ganancias.