).- Nueve candidaturas, cuatro para 2018 y cinco para 2022, esperan lograr el jueves en Zúrich la confianza de la FIFA para organizar el Mundial, en una elección singular, que decidirá por primera vez dos anfitriones al mismo tiempo, y con la que se cerrará un proceso reñido y no exento de polémica.
Los 22 miembros que forman ahora el Comité Ejecutivo, en el que hay ocho directivos de los países interesados, votarán el día 2 de forma secreta, tras escuchar por última vez a los candidatos, en su intento de convencer y lograr una mayoría que vale una Copa del Mundo.
El príncipe Guillermo de Inglaterra, José Luis Rodríguez Zapatero, José Sócrates, David Cameron y Bill Clinton convertirán en cuestión de estado la cita en la FIFA, donde los cinco aspirantes a 2022 (Australia, Corea, Qatar, Estados Unidos y Japón) -por este orden- tendrán en la tarde de mañana, miércoles, 30 minutos para su última presentación.
En la mañana del jueves, a partir de las 09.00 hora local (08.00 gmt) será el turno de los aspirantes a 2018, Bélgica-Holanda, España-Portugal (la Candidatura Ibérica), Inglaterra y Rusia, que son las que han mantenido una rivalidad mayor.
El Ejecutivo iniciará la después deliberación, a las 14.00 horas (13.00 gmt), y tiene previsto anunciar su veredicto a las cuatro de la tarde. Primero se elegirá la sede de 2018 y luego la de 2022. Si no hay mayoría absoluta en la primera votación se procederá a eliminar a la que menos respaldo haya obtenido y así sucesivamente.
Cuando Joseph Blatter, presidente de la FIFA, pronuncie el nombre de las elegidas en el Messe Zúrich, cerrará un proceso abierto el 15 de enero de 2009, que dejó en el camino a México e Indonesia y que a última hora se ha convertido en un quebradero de cabeza para la FIFA.
La publicación de informaciones sobre sobornos a los miembros de FIFA, sobre todo en medios ingleses, ha empañado la elección y la ha convertido en la más comprometida para designar al organizador de un mundial, después de las tranquilas elecciones de Sudáfrica 2010 y Brasil 2014.
Antes de la inauguración de Sudáfrica 2010, el presidente de la candidatura de Inglaterra, David Triesman, lanzó una acusación contra España y Rusia, por la que luego dimitió. Según dijo, España ofrecía renunciar en favor de Rusia, a cambio de que este país le ayudase a sobornar árbitros que le favorecieran en el Mundial de Sudáfrica.
Inglaterra protestó después porque Rusia habló de «alto índice de criminalidad» en Londres y de gran consumo de alcohol entre sus jóvenes, y a mediados de octubre, una información del diario «Sunday Times» disparó la caja de los truenos.
El diario tuvo la ocurrencia de que algunos de sus trabajadores se hicieran pasar por empresarios que apoyaban a Estados Unidos y ofrecieran dinero a directivos de FIFA, según los consejos del ex secretario general de FIFA, Michel Zen-Ruffinen, un barullo que salpicó a la «Candidatura Ibérica» por un supuesto intercambio de votos con la de Qatar.
El nigeriano Amos Adamu pidió unos 571.000 euros y el francés Reynald Temarii -uno de los 7 vicepresidentes- reconoció ofertas de entre 10 y 12 millones de dólares de otros dos candidatos. La FIFA intervino rápido. Suspendió provisionalmente a los implicados y después confirmó su inhabilitaciónn -tres años para Adamu y uno para Temarii-; no se encontraron indicios para demostrar que España, Portugal y Qatar incurrieron en corrupción y Ruffinen fue declarado persona non grata.
La BBC añadió el lunes nueva leña al fuego de la polémica al difundir que tres miembros del Comité Ejecutivo de la FIFA habían recibido millonarias comisiones entre 1998 y 1999. La FIFA respondió que el caso ya fue investigado por las autoridades judiciales suizas y ningún miembro de la organización fue condenado.
Este complicado escenario general llevó a Blatter a cuestionar su propio acierto al decidir la elección de dos mundiales a la vez; a admitir la inevitable colusión entre las candidaturas y a encomendarse «a Dios o a Alá» para que la credibilidad de la FIFA no sufra cuando dicte sentencia. EFE