Vie. Sep 20th, 2024

Un ecuatoriano es el único testigo del asesinato de 72 personas en México

Luis Freddy Lala Pomavilla, el ecuatoriano de 18 años que se salvó de la matanza de inmigrantes en México, iba a Estados Unidos a reunirse con sus padres y ayudarles a pagar lo que ellos adeudaban a los ‘coyotes’, según dijo su tía María Udulia Lala. Además, quería aumentar sus ingresos para mantener a su pareja María Angelita Lala, de 17 años, quien tiene cuatro meses de embarazo. Su primer hijo falleció a los seis meses de nacido. Luis se endeudó con 11 mil dólares para viajar a EE.UU.
LA PEOR MASACRE
Los 72 indocumentados asesinados en San Fernando, Tamaulipas, iban en un camión rumbo a EE.UU cuando, entre el sábado y el domingo pasado, fueron interceptados por un convoy de Zetas . Varias camionetas, según el relato de Luis Freddy Lala, el único sobreviviente de lo que es hasta ahora la peor masacre en la ola de violencia por parte del crimen organizado, le cerraron el paso al vehículo en el que viajaban las víctimas y los hicieron bajar de él. Les advirtieron que eran Los Zetas.
Uno a uno, los 58 hombres y 14 mujeres, entre ellos menores de edad, fueron colocados contra la pared dentro de una bodega del rancho.
Luego, se les obligó a quedarse con la cabeza agachada y fueron fusilados con ráfagas de armas de alto poder. Luis Freddy se hizo pasar por muerto. El tiro final le entró por un extremo del cuello y salió por la mandíbula. Esperó ahí, tendido, hasta que los victimarios se fueron y logró escapar del rancho y avisó a las autoridades. El Gobierno de México lo trata como testigo protegido de la Fiscalía.

El sobreviviente de la masacre, comentó que había entre ellos gente de Brasil, Costa Rica, Honduras, El Salvador y Guatemala. En el reporte sobre las víctimas se menciona que una de las 14 mujeres se encontraba en un avanzado estado de embarazo. La mayoría era gente joven y en edad productiva.

Una de las hipótesis sobre la masacre considera que Los Zetas, buscan enviar un mensaje de temor para quienes se resisten a trabajar para ellos o bajo sus órdenes, especialmente a los ilegales que cruzan hacia EE.UU.

ES AGRICULTOR

En Ecuador, Lala era agricultor y cuando tenía suerte, obrero de la construcción. Vivía en Jer, una comunidad de la parroquia Gualleturo en la provincia de Cañar, en una vivienda de adobe con una sola habitación. La compartía con su mujer, la única persona a la que le reveló que iba emprender el peligroso camino hacia el norte.

«Se fue sin decir nada a la familia. Es el sobrino más querido», dijo María Udulia Lala.
Ella sigue en Jer, una comunidad medio vacía deen la que se sienten los estragos de la emigración. En sus calles, lado a lado, se levantan las viviendas decentes de los que tienen la suerte de recibir remesas y las edificaciones paupérrimas de los que no. Allí todos los familiares de Freddy, como le llaman en casa, están en vilo. «Estamos tristes, preocupados. Dicen que le ha pasado algo y no sabemos qué», afirmó María Udulia Lala.
La última vez que supieron de él fue hace una semana, cuando llamó a su esposa desde México, a través de su «coyote», para decirle que iba a avanzar hacia la frontera. Al otro lado del río Bravo estan sus padres, Alejandro y María Oliva Lala, que lo necesitaban. «Prácticamente le obligaron a que se fuera», dijo Udulia Lala.
Ambos están desempleados y en los últimos tiempos sólo podían mandar 50 dólares semanales a la familia en Jer, según ella.
Sin embargo, no pueden regresar a Ecuador porque aún no han saldado las deudas que ellos mismos contrajeron con los «coyotes» que los condujeron a Estados Unidos, pese a que Alejandro lleva ya siete años en el país y su esposa dos, relató la pariente.
Freddy iba, con su juventud, al país más rico del mundo a ayudarles a pagar lo que debían y ser libres. El propio joven se comprometió a abonar 11 mil dólares a un traficante de personas por hacer el periplo. Él, como sus padres, caminaba con una deuda a cuestas.

Los Gobiernos se movilizan

Diplomáticos de Brasil, Honduras, Ecuador y El Salvador, llegaron al estado mexicano de Tamaulipas para identificar a los 72 presuntos migrantes asesinados, en la matanza que puso al descubierto el drama de la emigración hacia EE.UU. Los gobiernos de la región condenaron la masacre, y los países que tienen ciudadanos entre las víctimas, anunciaron que colaborarán con las investigaciones.