EL ciclista Alberto Contador se enfundó el maillot amarillo en la segunda etapa pirenaica disputada entre Pamiers y Bagnères de Luchon, de 187,5 kilómetros, en la que aprovechó una avería mecánica de Andy Schleck en el Port de Balés para lanzarse a meta y enjugar los 31 segundos que tenía de renta el luxemburgués, mientras que el triunfo de la jornada fue para el francés Thomas Voeckler, del Bouygues.
Contador aprovechó «una circunstancia de carrera» que se produjo a 1.500 metros de la cima del Port de Balés para convertirse en nuevo líder. Se le salió la cadena a Andy Schleck cuando estaba demarrando en cabeza y el madrileño salió disparado junto a otros favoritos como Samuel Sánchez y Menchov. Llegaron a meta con 39 segundos de ventaja sobre el luxemburgués, quien, juró «revancha» en el Tourmalet.
La maldita cadena sembró el debate del «fair play». Nadie esperó a Schleck. Después de 6 días de líder cedió el primer puesto a Contador, quien aseguró que no vio la avería, la prenda dorada por 8 segundos.
De la mala suerte del jefe de filas del Saxo Bank también sacó dividendos Samuel Sánchez, que mantuvo la tercera plaza en la general a 2 minutos, con el ruso Denis Menchov al acecho del podio a 2.13.
Mientras Contador no entendía cómo «Andy había tardado tanto en colocar la cadena», el ex líder tragaba saliva. «Esto es una cuestión de fair play y que cada uno interprete lo que quiera. A mí no me hubiera gustado coger así el maillot amarillo», dijo.
Polémica al margen de la victoria de etapa de Thomas Voeckler, un auténtico guerrillero del ciclismo francés habitual en muchas escapadas. Doble campeón de Francia en ruta, ya conocía el éxito en el Tour, ya que se impuso en Perpiñán, en 2009.
El ciclista de origen alsaciano se metió en la escapada de 10 corredores que animó la etapa a partir del kilómetro 85 y tras coronar en grupo los altos del Aspet y Ares, decidió marchar en solitario en el ascenso al Port de Balés, un puerto de casi 20 kilómetros de longitud que se asfaltó para el paso del Tour en 2007.
El pelotón había permitido ventajas de hasta 10 minutos, pero tras la aceleración del Saxo Bank de Schleck en la persecución, la fuga peligraba. Voeckler, un corredor que en 2004 vistió de amarillo 10 días, no estaba por dilapidar tamaña ocasión de ganar.
Coronó el Port de Balés con minuto y medio sobre Aitor Pérez Arrieta y Alesandro Ballan. Por detrás ya se había desatado la «batalla de la cadena». Contador, Samuel y Menchov cruzaron a 4..11 y Schleck a 17 segundos de los corredores de su «liga».
Voeckler, de 31 años, hijo de un aficionado a la navegación que desapareció en el mar en uno de sus viajes en solitario, llegó a Bagneres de Luchon con tiempo de sobra de celebrar su éxito, sin nadie que le molestara. Ballan y Arrieta se conformaron con la segunda y tercera plazas a 1.20 minutos. Después Contador y sus secuaces a 2.50 y Schleck, a 3.29, ya sin la condición de líder.
Contador subió al podio a recoger la camiseta de líder por undécima vez en el Tour. Ya en medio de la polémica por aprovechar la desgracia de la avería de Schleck para obtener renta.
El madrileño insistía en que no fue consciente de la jugada de la cadena de su rival, mientras que Samuel Sánchez señaló a las «circunstancias de carrera que a veces te beneficia y otras te perjudica, pero así es la carrera».
Bernard Hinault, cinco veces ganador del Tour, recomendó a Schleck que «aprenda a manejar los cambios de la bicicleta». Cuestiones que animaron la segunda etapa en los Pirineos, la víspera de la primera visita al Tourmalet, este martes.
Schleck, que no quería escuchar cuentos de juego limpio. «Yo no sé que hubiera hecho en lugar de Contador, pero «no me gustaría ganar el Tour con cosas como ésta». Para el ciclista luxemburgués «queda mucho Tour», y anuncia «venganza». El Tour, por una cosa o por otra, se anima. Ahora el duelo tendrá cuentas pendientes extras. EFE