Vie. Sep 20th, 2024

La llegada del niño Caporal a la parroquia de Totoras en la provincia de Tungurahua, en el corazón de Ecuador, data de hace 200 años, según cuentan sus habitantes, quienes llenos de fe y devoción se reúnen cada año, durante el feriado de carnaval para rendirle homenaje a esta imagen que los ha llenado de esperanza y de fe.

El niño Caporal ha permanecido durante todo el año en casa de Teresa Sánchez, la dueña de esta imagen, aunque ella prefiere que la llamen protectora. En su casa, cerca de la plaza del lugar, se ha dispuesto un espacio para colocarlo en una caja, y alrededor están otras imágenes de la virgen María y las prendas de vestir del niño Jesús.

El niño Caporal
El niño Caporal

“Esta casa es del niño caporal, porque este niñito es de mis antepasados  entonces mi papá vivía aquí en esta casa y ellos dijeron que el niño es de aquí, vivía en esta casa y tiene que seguir viviendo con las personas que residan aquí”, explicó Teresa, quien es la única mujer de ocho hermanos, que se quedó en ese lugar y se hizo cargo de la imagen.

Un mes antes del carnaval, el niño caporal pasa durante ocho días en la casa de cada uno de los caporales o priostes mayores, que en este año fueron tres: Gustavo Landa, Daniel Cárdenas y Fabricio Cárdenas. Los caporales son elegidos porque han recibido bendiciones o milagros por parte del niño Jesús.

Mientras llegan los días de carnaval, en la casa de cada caporal empieza la preparación para los días de fiesta. Desde tempranas horas de la mañana, los hombres sacrifican animales como pollos, toros y cerdos para alimentar a cerca de 2.000 personas que asisten cada día del festejo carnavalero.

UNIÓN, FÉ Y ALEGRÍA

Cada día de festejo es diferente, pero la unión y fe de sus habitantes permanece intacta. De esta manera el carnaval de Totoras, como muchos otros carnavales, también se encuentran a personajes tradicionales que se distinguen por su vestimenta y por lo que representan.

Entre ellos están ‘los negros’, que son hombres vestidos de ese color y pintados la cara con carbón. Llevan un casco y un cinturón con 12 campanas colgando en su pecho, que representan a los 12 meses del año. También se puede ver a niños disfrazados de negros, quienes se preparan para continuar con esta costumbre.

La tradición que realizan los negros es dar “tres vueltas hacia la izquierda y tres a la derecha, que representan a los días de la semana y los días buenos y malos”, explica Carlos Núñez, el caporal de los negros.

Por otro lado están ‘las doñas’, que son hombres disfrazados de mujeres que bailan junto a los negros en la casa del caporal, antes del desfile que realizan el domingo de carnaval y durante los días previos al miércoles de ceniza.

Los montados también son otros personajes importantes en esta celebración, ya que ellos vienen de las afueras de Totoras para unirse a la fiesta. Los montados, por lo general son hombres y mujeres a caballo, quienes cabalgan largos tramos hasta llegar a la plaza central donde se reúnen previo a la misa o fiesta en casa de los priostes.

Ellos son bienvenidos en la casa de cada caporal, quienes les ofrecen comida y bebida y a cualquier persona que llegue. Los montados tienen un grupo conformado que desfilan cada día del carnaval en honor del niño caporal.

Otro elemento importante es la música de violines, bombos y el autóctono churo (instrumento de viento), que le otorgan la alegría propia del carnaval. Asimismo, existe el tiempo de oración durante las misas ofrecidas por los caporales, quienes agradecen por la vida y las bendiciones que les ha dado el niño caporal.

EL GRAN BANQUETE DE CARNAVAL

La comida en abundancia también es otro de los elementos de esta fiesta. Por lo general, las mujeres se encargan de preparar el gran banquete en el que se ofrece mote, maíz tostado, la carne de res, cerdo o pollo y la tradicional chicha, una bebida hecha a base de maíz y panela, típica de la sierra andina. Según Daniel Cárdenas, uno de los caporales de este año, aproximadamente 30 personas se reúnen para preparar la fiesta cada día.

Todo esto lo preparan en pailas de bronce gigantes, aproximadamente entre 8 y 10 toneladas de mote y seis toneles de madera, en los que se guarda la chicha, para los turistas nacionales y extranjeros que llegan al lugar a disfrutar de un carnaval diferente y autóctono como el Totoras.

El caporal cuenta que los lunes de carnaval ecuatorianos provenientes de otras provincias llegan a Totoras para realizar coplas al niño caporal acompañados de las bandas de pueblo y los fuegos artificiales que suenan cada tanto para llamar al pueblo a unirse a la fiesta.

“Les damos la bienvenida a la gente de todo el país no hay necesidad que sean de aquí, no hay necesidad que nosotros les conozcamos, nosotros le recibimos con mucho cariño ellos realizan sus coplas y les damos una voluntad de la casa”, señala Cárdenas, quien recibió aproximadamente a 3.000 personas en su domicilio.

Tras estos días de festejo, el niño caporal regresa a su hogar, a la casa de Teresa, la protectora de la imagen, quien durante esta temporada mantiene una réplica de la misma. A partir del miércoles de ceniza quedará en una urna dispuesta para él, hasta que nuevamente sea prestado en otras provincias, donde la devoción por el niño caporal también está presente en varios rincones del país.

Fuente: Andes